Soñando estoy despierto. Porque pienso que mientras escribo este texto le digo al Señor de los Planos que maneje a su gusto esta pieza de puzzle. Y sueño, sueño despierto, que cuenta conmigo para hacer paisajes espléndidos. Es la sensación del niño con la bolsa de palomitas llena y los ojos como plato en la pantalla grande del cine de barrio.
Paradoja... "sé cómo puede acabar esa película"... un abrazo amoroso al final de la vida entre esta pieza de puzzle y el Señor de los Planos. ¿Egoísmo? Cierto... quiero ir al Cielo.
Algunos de los que me gritan que "pienso en el premio", que "así no hay mérito", que "soy un egoísta redomado"... son los mismos que se sacrifican para mantener su figura evitando grasas con dietas leoninas, que buscan siempre el placer inmediato, que se apuntan al caballo ganador y que, "por prudencia", son tumbas silenciosas ante injusticias clamorosas.
¿Egoísmo querer participar en una película que termina bien? ¿No es más egoísmo buscar vivir siempre al dictado de mi placer?
Me dirán que "son solidarios", que se preocupan de los negritos y los chinitos. Mi solidaridad es distinta, empieza con las piezas del puzzle que comparten contornos.
Entiendo que el casado sea primero solidario con su propia mujer. Una-sola-carne, como dice Alfonso Basallo. Y su egoísmo bendecido por el Cielo le llevará a quererla como a sí mismo... más aún del "como a sí"... porque es "parte de él". Se quiere amando a su esposo o esposa, y quiere a Dios en ese amor.
Pero el Señor de los planos dio el consejo: "ama a tu prójimo como a ti mismo"... luego ese amor a uno mismo debe ser algo serio y no debe tener nada que ver con esa deformación moderna que confunde "amor" con "gustirrinín", "entrega" con "búsqueda de la satisfacción del propio instinto".
Me dice algún amigo psiquiatra que el equilibrio personal está unido al sano egoísmo, a la autorrealización hablando en clave del lenguaje moderno. Si no te amas... te deprimes y atentas contra tu vida con más facilidad.
¿No vamos a amar lo que el Señor de los Planos ha puesto en el mundo con tanto cariño? pieza del puzzle divino, Él te ha elegido para diseñar sus paisajes eternos.
Hablando de esa "solidaridad" con lo lejano... esquinas muy lejos del contorno de nuestra pieza, pienso que podemos estar así olvidando que nuestro ensamblaje inmediato se llama "próximos", que de ahí deriva la palabra "prójimo". Mi esposa, mis hijos, mis padres, mis amigos, mis conocidos, mis vecinos... los habitantes de mi pueblo, de mi patria y de todo el mundo. Una escala de encaje para esa capacidad de unir que reside en el corazón humano.
Amar al Señor de los Planos, a Quien te puso en el puzzle de la vida, supone amar las piezas del puzzle y desear que todas ellas acaben formando paisajes de colores en la eternidad.
Pero la pieza concreta, tú y yo... tenemos primero que desear formar parte del juego divino y, después alargar los brazos en un abrazo de entrega a los más cercanos... y así la cadena va haciendo que las piezas encajen sin fisuras ni grietas.
frid
Paradoja... "sé cómo puede acabar esa película"... un abrazo amoroso al final de la vida entre esta pieza de puzzle y el Señor de los Planos. ¿Egoísmo? Cierto... quiero ir al Cielo.
Algunos de los que me gritan que "pienso en el premio", que "así no hay mérito", que "soy un egoísta redomado"... son los mismos que se sacrifican para mantener su figura evitando grasas con dietas leoninas, que buscan siempre el placer inmediato, que se apuntan al caballo ganador y que, "por prudencia", son tumbas silenciosas ante injusticias clamorosas.
¿Egoísmo querer participar en una película que termina bien? ¿No es más egoísmo buscar vivir siempre al dictado de mi placer?
Me dirán que "son solidarios", que se preocupan de los negritos y los chinitos. Mi solidaridad es distinta, empieza con las piezas del puzzle que comparten contornos.
Entiendo que el casado sea primero solidario con su propia mujer. Una-sola-carne, como dice Alfonso Basallo. Y su egoísmo bendecido por el Cielo le llevará a quererla como a sí mismo... más aún del "como a sí"... porque es "parte de él". Se quiere amando a su esposo o esposa, y quiere a Dios en ese amor.
Pero el Señor de los planos dio el consejo: "ama a tu prójimo como a ti mismo"... luego ese amor a uno mismo debe ser algo serio y no debe tener nada que ver con esa deformación moderna que confunde "amor" con "gustirrinín", "entrega" con "búsqueda de la satisfacción del propio instinto".
Me dice algún amigo psiquiatra que el equilibrio personal está unido al sano egoísmo, a la autorrealización hablando en clave del lenguaje moderno. Si no te amas... te deprimes y atentas contra tu vida con más facilidad.
¿No vamos a amar lo que el Señor de los Planos ha puesto en el mundo con tanto cariño? pieza del puzzle divino, Él te ha elegido para diseñar sus paisajes eternos.
Hablando de esa "solidaridad" con lo lejano... esquinas muy lejos del contorno de nuestra pieza, pienso que podemos estar así olvidando que nuestro ensamblaje inmediato se llama "próximos", que de ahí deriva la palabra "prójimo". Mi esposa, mis hijos, mis padres, mis amigos, mis conocidos, mis vecinos... los habitantes de mi pueblo, de mi patria y de todo el mundo. Una escala de encaje para esa capacidad de unir que reside en el corazón humano.
Amar al Señor de los Planos, a Quien te puso en el puzzle de la vida, supone amar las piezas del puzzle y desear que todas ellas acaben formando paisajes de colores en la eternidad.
Pero la pieza concreta, tú y yo... tenemos primero que desear formar parte del juego divino y, después alargar los brazos en un abrazo de entrega a los más cercanos... y así la cadena va haciendo que las piezas encajen sin fisuras ni grietas.
frid
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