Wednesday, April 21, 2010

¡Mata tu dragón!

 
 
Este viernes es San Jorge, han empapelado la ciudad con carteles verdes con grandes letras rojas proponiendo un nuevo torneo municipal "¡Mata tu dragón!"
 
Ha amanecido como siempre, siempre muy temprano, pero la vida es así y me he dejado caer del lado bueno de la cama. El sol era como una lanza de fuego entrando por una rendija de la ventana. No había manera de ocultarlo, estaba todo risueño advirtiendo a todos, incluso a los zánganos, que un nuevo día ha comenzado.
 
En la calle jolgorio alrededor de los cartelones, lustrosos, luminosos, con color de mermelada de ciruela, tanto que algún crío les daba lametazos. ¡Eh, niño, deja de chupar carteles!. ¡Pero si sabe a mermelada!
 
Al fondo un dragón de oro y rojo, sonriente, amenazante, moviendo la cabeza con malicia y echando fuego de verdad. ¡Huy, casi me escalda el bigote!. Eh, espera, dragoncito, que vengo con las salchichas ensartadas en un hierro, ¡a la salchicha caliente, la vendo a dos ochavos!
 
Hoy la gran fiesta consiste en "matar tu dragón", lo dicen todos los pasquines de sabor de mermelada que atraen a los orondos niños de la ciudad, y a los taberneros que aprovechando el fuego ahorran carbón para preparar el chocolate caliente con churros del lugar.
 
En la plaza han puesto un puesto un graderío, los munícipes están ahí todo perifollados hablando de cosas inútiles, típico de políticos, mientras se zascandilean entre sí, alguno apuñala al otro de su misma facción, otro echa aceite hirviendo en el desayuno del Alcalde (es su asesor que quiere ser califa en vez del califa), otro filtra a la prensa los bienes de la hija del ministro, criaturitas inocentes. ¿Es ese el espectáculo, es ahí donde está el dragón?
 
 
Los niños no están para tonterías, con el lanzón de San Jorge se relamen los labios y con un caramelo largo en forma de lanza se pelean entre mordisco y mordisco... del caramelo por supuesto. Las niñas hablan aparte de sus cosas, como siempre, por mucho que el maestro de escuela sea un "progreso de inteligencia". Ahí están los pedagogos discutiendo sobre la materia para educar ciudadanos, acalorados, golpeándose en los ojos para aclarar la visión del otro, pegándose en la espinilla para agilizar la marcha del progreso. ¿Es ahí donde está el dragón?
 
Los dragones de los carteles ya se han escapado y al ruedo se han ido para amenizar la fiesta. San Jorge desde el pináculo de la catedral pincha y pincha una y otra vez al dragón infernal. Éstos dragones miran con espanto esa imagen y, por si acaso, van todos a ver a la Virgen del Pilar, que no quieren saber nada con Satanás.
 
Dragones al ruedo, el espectáculo va a comenzar. El aire se llena de fuego, la municipalidad se viste de miedo y se van a organizar. Los pedagogos, los asesores, los salvadores del planeta piensan que el espacio aéreo puede peligrar y salen por piernas a deliberar.
 
 
En las gradas sólo queda la gente normal. Los dragones extienden sus alas, los niños salen a volar. Las niñas se apuntan al juego poniendo cursis lazos de su color en las patas de los pacientes dragones mientras vuelan y vuelan hacia las estrellas para luego volver a bajar.
 
La fiesta sigue. Los fogones alados colaboran con el maestro cocinero. Es la hora de los mayores, el vino corre sin necesidad de soplar. El baile mezcla jóvenes, dragones, niños y padres. La danza prosigue, la noche se acerca y, con la noche, vuelve la municipalidad, los pedagogos, los asesores, y demás inventores de la realidad.
 
Ya sólo queda la plaza vacía, con los letreros del bando municipal !Mata tu dragón!
 
El Alcalde, chamuscado el trasero, afirma: el año que viene, será de verdad, mientras sus hijos pequeños se le abrazan todo contentos de lo bien que se lo pudieron pasar.
 
El cuento acaba viendo cómo ese padre, enternecido y algo grueso, lleva en cada mano un chiquillo mientras le siguen sumisos dos dragoncitos malévolos, yéndose todos a retirar.
 
frid