Saturday, December 13, 2008

Mi cuento de la Navidad: palabras de Navidad.


Los niños vuelan en ese indefinido entre imaginación y realidad, recrean mundos que no son reales pero en los que son muy felices. Ensayan la vida posterior pero saben que eso se acaba cuando dejan de jugar.

Si para esos niños el drama permanece cuando dejan de jugar, la madurez y el dolor les pueden acompañar el resto de su vida. El niño juega y es feliz en el juego aunque le toque ser el malo que pierde después de haber sido "muy malo".

Los niños miran el Belén y siempre le toca a uno ser Herodes que va con saña persiguiendo "judíos y ovejas u otras figuritas del Belén" y los padres entran en el juego y les muestran qué es lo principal del Nacimiento.

Con la lección aprendida ya saben que hay tres figuras a las que han de tratar con muchísimo respeto: el Niño, su Madre y José. Para ellos es el Belén.

Y, a veces, se ve al pequeño mirando el Nacimiento y diciendo para sus adentros a Jesús Niño, que es niño como él y que... bueno... que le promete ser bueno. Y esa palabra, dicha al Niño de Dios, es palabra que revota, que va y vuelve. Jesús es la Palabra y crea con ella la bondad en el pequeño pedigüeño.

Muy buenos se vuelven los zagalitos esperando que otras figuras que mueven a su antojo acercándolos o alejándolos del Pesebre se porten bien con ellos.

Sus voces van acompañadas de cartas, cartas que llevan ilusiones, cartas pidiendo la Luna. Ahí, entre sus padres y ellos la "palabra" no es creadora, no es omnipotente. Pero puede arropar la realidad diaria con el oro del cariño... que ese sí que puede ser inmenso.

Palabras más limitadas pero que tienen un resquicio que conecta con la eternidad: ¿Deseos de paz y amor?. Si entran en el Pesebre y abren el corazón al Niño Dios... esos deseos crecen y se hacen inmensos. ¡Tan inmensos que no hay límite humano!

Hubo una niña albanesa que dijo que sí al Niño Dios delante de un Pesebre... hace muchísimos años... y fue diciendo que sí a ese Niño al que vio en una Cruz enclavado y su trabajo y el de sus hermanas llegó a miles y miles de hombres siendo las manos, la sonrisa y el corazón de Dios.

Palabras de Navidad sembradas por niños en un Pesebre. Pero quien está ahí, entre pajas y "desnudito" es Dios y su paga es la paga divina.

Muchos de esos niños de hoy llevarán después de Navidad, como regalo de Reyes, una semilla de Amor tan grande como la de Madre Teresa. Es cuestión de que la cuiden y también lo hagan sus padres.

Niños que llevan tesoros, tesoros divinos. ¡Cuidadlos que es Navidad!

frid