Thursday, May 29, 2008

El Señor de la Marca (iii). La celada.


Cabalgamos. Sí, cabalgamos y cabalgamos. Llevamos días subiendo a la Alta Castilla con un sol intenso durante el día. Solemos levantarnos antes de que amanezca para evitar las calores y para evitar que sufran nuestras cabalgaduras.

Encargo real, eso implica cierta prisa. No podemos ir a nuestro antojo y eso supone sufrir las calenturas del día.

Agua... sí, los aguadores tienen tarea. Alivian la sed y de paso son nuestra avanzadilla.

Atento... se inquieta mi blanco corcel... algo se siente. Incluso Iñigo, el joven doncel que hace hoy su primera travesía, siente la electricidad que transmite su cabalgadura.

Paso estrecho. Miro al moro cautivo. Pienso que pueden ser de los suyos que quieren parar nuestro viaje e impedir que lleguemos a la Corte del Rey.

Advierto a la tropa. Estad atentos, sujetadle las bridas.

Mustafá afirma que no cree que sean sus hordas, que quedan abajo, allá en la Andalucía. Es posible que sean bandidos, "carroñeros" que acechan entre las peñas buscando fortuna.

Un aguador recibe la orden. Que suba la cuesta y otee la senda. Y, estando a mitad de altura, intenta avisarnos... pero una flecha certera le quita la vida.

Atentos. ¡bandidos! Controlan en paso. Tensa espera... han dado un aviso. Esperemos la noche pues esta noche no hay luna.

Frío que penetra. Trabajo con trapos tapando los cascos. Silencio y ascenso por la cresta de arriba.

Un fuego en lo alto. Ahí espera la banda con la guardia dormida.

Ya estamos cerca... relincha un caballo. Se grita.

Bajamos veloces y pronto acabamos. Miro con pena el rostro del jefe bandido, iluminada la cara por las llamas de la hoguera que había.

Mi asombro al ver que es un bravo guerrero que odia a Rodrigo y busca venganza por lo bien que mi padre trata a la gente de guerra y de granja.

Ya no más odio... pero me invade la pena. Miramos el moro y cristiano la faz ya sin vida de un héroe en la guerra pero miserable en la vida.

Enterramos los muertos. Rezamos por ellos y esta noche no hay descanso en el viaje, buscando que el andar disipe la pena que en mi pecho yo siento por ver cómo los grandes se hacen pequeños, por ver cómo la envidia lleva consigo su propio castigo.

Entramos esa noche en Castilla.


frid

El señor de la Marca (ii) La flecha.


Frid me ha dicho que cuente la versión de Enrique en esta batalla. Su historia es muy corta porque apenas entró en combate, la flecha traidora, acertó en su pecho. Y dejo enseguida la vida tendido en la tierra.


La flecha... llegó volando, certera, sin advertencia.

Un botón rojo, una mirada perpleja. Seguridad al ver a mi hermano a salvo.

Sonrío, Gillermo se bate con entereza. Se muerde los labios, aguanta la pena.

Sí, esa flecha tenía otro nombre pero segó mi vida cuando decidí correr en su ayuda.

No siento dolor, quizá sea el calor de la refriega. Noto que tiembla mi cabalgadura...

Hermana gemela del corcel de mi hermano, también ha recibido muchas heridas.

Una sola y certera me quita la vida... sed, borboteo... aguanto la herida.

Muchas necesitó mi cabalgadura para caer también rendida.

Miro a mi hermano batirse con furia. Ya abre una brecha...

Ya cambia el signo de la pelea ¡victoria! intuyo, si bien a mis oídos no llega ese grito.

El sol abrasa, la armadura pesa... pero me siento ligero mientras me muero.

Mi sangre se mezcla con la tierra reseca del campo de tierra...

Ahí va a parar, regando con vida, el flujo rojizo de todos los hombres valientes.

Y al caer hacia el fondo, al cegarse la vista... mi alma vuela ligera...

Y se estremece al ver a mi madre y a la Virgen María que arriba me esperan...

Dejo la vida, sonrisa en los labios, victoria en la tierra... y ojos de asombro...

Ojos que velan a los que todavía se agitan en angustias de vida...

Ese mundo divino que todos esperan.

Asombro... conmigo se vienen también combatientes del bando contrario...

Creen en Dios, son musulmanes... pero mi Cristo murió también por redimirlos.

Al fin y al cabo eran buenos, fieles y nobles guerreros.

Abajo queda si hermano Guillermo. La batalla acabada, la plaza ya suya. El moro cautivo. Mi padre dolido. Pero se hace el silencio y balance de bajas. Los heridos, dolientes, son atendidos. No hay rapiña. Ambos, vencedor y vencido, son Señores de Marcas, fieros guerreros pero señores de honor y respeto.

Hoy ha vencido la hueste de Don Rodrigo. Hoy Mustafá es el cautivo. Pero el Rey Sabio, al que todos admiran, ha decidido llamar a su corte al vencedor, al joven Guillermo, y al noble cautivo.

frid

El Señor de la Marca (i). Envidia o emulación.

Rodrigo era el señor de la Marca. Había sido un buen guerrero y había defendido bien el territorio del rey colindante con el moro; incluso había arrebatado al sarraceno algunos campos y ensanchado su dominio llegando a dominar los llanos. Pensaba que quedaba poco para que cayese en sus manos la Marca vecina, la del moro... pero ya era para la guerra un anciano.

Sus hijos, Enrique y Guillermo, eran aguerridos, valientes y buenos compañeros. Enrique, el mayor, era generoso y arriesgado. Su padre le hablaba siempre de prudencia para suplir sus fallos. Guillermo sólo tenía ojos para su hermano que era el que mejor montaba, el que mejor utilizaba el arco y la espada y el que mejor cantaba. Era su modelo y objeto de su envidia silenciosa.

El padre no gustaba de los aires taciturnos que, como sombra, se notaban como una nube en los ojos del pequeño. Y del joven ponderaba su constancia.

Emulación pensaba el padre. Envidia, se lamentaba el hijo.

En una escaramuza Rodrigo notó, asomado a su atalaya, que el moro esta vez venía más armado. Además de las tropas conocidas se veía que algo ocultaba en ese ataque. Avisó a ambos capitanes: "Ojo que Mustafá hoy no es trigo limpio, nos la está jugando".

Acertó el buen Rodrigo. Mustafá venía con tropas de refuerzo enviadas por el Rey Moro que quería conquistar de una vez la fortaleza de la Marca.

Chocan las tropas del castellano con los caballeros del andaluz. Y, en el fragor de la batalla, desde un cerro se lanzan los caballeros al grito de Alá es grande y son seguidos de una numerosa infantería que multiplica el alarido.

Se repliegan los castellanos. El menor queda rodeado en una trampa que puede ser mortal, pues emulando la audacia de su hermano, se ha retrasado. Se defiende con arrestos. Enrique ve que la situación es apurada y se lanza al galope sin esperar refuerzos, abre un hueco y algún que otro cráneo hasta llegar a dar espalda con espalda con su hermano. Pero una flecha traicionera acierta con su pecho y cae en la refriega.

La ira domina a Guillermo. Ahora él arremete y contagia su valor a los soldados. La fuerza de su envite hace trizas la táctica enemiga. Los moros huyen, él ve la ocasión propicia y dirige sus esfuerzos a la fortaleza enemiga que abre sus puertas al moro fugitivo y al castellano que le sigue.

Golpe de suerte y de audacia. La ira, la sangre de su hermano, la destreza aprendida emulando a su modelo hacen que rinda al moro, a su plaza y a su gente.

Hoy hay luto y alegría. Todos fueron valientes. Guillermo pierde el objeto de su envidia, le caen lágrimas, lágrimas de hombre, al ver retirar a los caídos en batalla. Las lágrimas le muestran que era emulación y cariño lo que sentía, que no envidia.

El Rey recibe la noticia de esta nueva conquista y llama para sí, para la Corte, al joven Guillermo, un Guillermo más maduro porque ya ha sentido las punzadas del dolor en su joven corazón.

frid

Wednesday, May 28, 2008

Claveles ensangrentados.

Poesía, una especie de "aura" y un jefe de las guerrillas muriendo "idílicamente" en manos de su compañera, mientras la guardia de la milicia le rinde homenaje. Ha muerto un mito... o "ha muerto un matador de hombres".

Chirría la poesía cuando vemos las fotos de Ingrid Betancourt, y de tantos rehenes de la guerrilla. Inocentes en el bando equivocado... También chirría al poesía cuando vemos entrar a los guerrilleros en un pueblo diezmando por que alguno de ahí no es de su bando.

También chirría la poesía cuando se ve el hambre, la miseria... y tantos problemas sin solución en algunos suburbios colombianos... y de tantos y tantos lugares del mundo. Miseria, odio y claveles ensangrentados.

La poesía es la de la víctima... y víctimas son sobre todo los sufrientes. ¿El Odio es poesía? Fusiles con claveles no son fusiles... Aquí los fusiles tienen claveles ensangrentados.

¡Quién se atreve a hablar de la crueldad del Ché? ¿El odio, la lucha de unos humanos contra otros, es poesía?

Surge la pantera intuyendo el amanecer, se acerca a la manada de gacelas que bebe confiada. Una, la más inocente, se aleja algo del grupo siguiendo el ruido del agua cantarina.

Orejas tensas, olfato inquieto... nerviosismo que se transmite... estampida.

La gacela solitaria hace un quiebro en su carrera pero nota unas garras, un colmillo y luego... nada. Claveles ensangrentados. Borbotones de sangre joven. Desliza el cuerpo, sube a un arbol y devora las entrañas de su presa.

Llegan las leonas al vado... y se encuentran que otro ha espantado a sus presas. Gacelas inocentes que sufren en la guerra de intereses. Pero es el odio, es la droga, es la falta de justicia... la garra que se arroja sobre el cuello de la inocente presa.

¿Poesía en el niño-bomba, en el amasijo de hierros y restos de personas? No es mas que una poesía truncada... son claveles ensangrentados. No... no es el rojo de la vida... pues eran blancos e inocentes. Se tiñeron con su sangre.

Desde arriba, si Dios llorase... sus lágrimas lavarían los claveles y los tornarían blancos, inmaculados e inocentes.

No, no es poesía el guerrillero muerto en brazos de la compañera. No, no es poesía la venganza del hermano de la víctima. No, no es poesía ese niño al que le ajustan una bomba lapa... son las garras de la fiera que se cierne sobre el cuello de la víctima. Son la sangre que tiñe los claveles inmaculados.

Claveles "rojos"... No, claveles blancos teñidos con su sangre. Inocentes que perplejos no entienden cómo hacen poesía de personas que tienen marcadas sus manos con las vidas que han quitado.

frid

Monday, May 26, 2008

el avión de la papilla.


Jugando en la comida.


Hoy están ensayando los aviones para el desfile de las Fuerzas Armadas, quizá por eso se oye en la cocina: "Pepito, "eres tú hoy un aeropuerto"... y mira, la cuchara es un avión que vuela, vuela y vuela. Se acerca a los ojos, mira... y a la nariz, huele... y a la boca. Y la boca devora la papilla. ¡Ahi va!, pero qué figura, el avión, !te lo has comido! Respuesta: una sonrisa.

Lo que inventa el cariño... mientras tanto un "teórico" sobre la educación, quizá un santón estatalista, afirma que hay que sustituir a los padres en la educación de los hijos porque "a veces fallan" ¿la mamá lo maleduca?

Todos "iguales", con el mismo tipo de uniforme, si bien en eso de las tallas la vida los ha hecho altos, bajos, gordos o esmirriados. Todos sentados en bancos y sillas de madera, resistentes, con olor a lejía, señal de higiene... limpieza séptica. Se va sirviendo a cada uno su propia ración, idéntica. Esperan impacientes la voz de mando. ¡Ahora! ¡niños, ya! Disciplina cuartelaria. Devoran "proteínas"... no hay aviones, ni la boca es un portaavión, ni sonrisas.

Quizá alguno se ha avalanzado antes a la comida y recibe una corrección. Nada hasta la merienda. Hay que educar en disciplina.

Niños en la mesa. Juegan a aviadores con los platos de la sopa. El mayor dirige el juego, son cazas acorralando a un bombardero enemigo. Lo derriban, salvan Zaragoza. Pasos, viene la madre con la sopa. Se acaba el juego y se sirve a cada uno lo que necesita. Hay diferencias, como en la vida. Además Juan saldrá temprano a jugar al fútbol con el equipo de su club y hoy es él que más necesita.

Igualdad, maravilla utopía soñada por el estatalismo. Comida reglada en ese comedor público. No importa ni tamaño, ni corpulencia, ni nervios que consumen. Pero eso ni impide que, fuera de las miradas severas y "justas" de la Gobernanta, haya transacciones de comida. Y, siempre, el más fuerte es el que obliga.

Yo miro modelos y elijo "la indisciplina". Es mejor que falle alguna vez la vida a que el Estado la sustituya.

frid

Niños en la mesa.

Sobrinos a la antigua usanza.
Es en la mesa como se nota la "buena educación"... y es algo natural que surge cuando los hijos ven cómo viven sus padres. Cuando las patas de pollo aparecen por arte de magia, cuando la madre y el padre gustan "curiosamente" aquello que no les gusta a los hijos... algo muy profundo se está cimentando.

Están todos sentados en la mesa, "no se levanta uno hasta que no hayan acabado"... ya eso supone aguantar la prisa. "Uno se come lo que se pone", eso es ya controlar la vista y poner cabeza, "no sólo se come con los ojos". "Los cubiertos no están de adorno"... la realidad es que mirado desde el lado del niño están continuamente ayudándole a controlarse y puede pensar "mamá ya vale, siempre lo mismo..."

Pero "no todo vale" ni "hago lo que me apetece"... hay un orden, unas normas... un pensar en los más pequeños.

- Pedro, córtale la carne a María que es muy pequeña y no sabe.
- Álvaro, ves a llenar la jarra de agua a la cocina... ¡eh, no corras, que te caerás y romperás la jarra".
- Muy bien, Pedro, te has portado. Álvaro, eres ya un hombrecito...

Esta mesa es una "escuela familiar" y si además los hijos, por turnos, son los protagonistas...

- Deja a Miguel que cuente, luego nos dices tus aventuras en el Colegio...
- Marta, ¿por qué estás tan callada? ¿Otra vez te ha reñido la maestra? Esta tarde encontraremos un hueco para estudiar juntas las capitales españolas.

Porque es así también una escuela de lazos afectivos y de fortaleza.

El enemigo principal de esa "escuela"... la "caja tonta", el Televisor que sustituye la conversación, la atención, y deja como embobados a todos oyendo, ¡además! verdaderas barbaridades. No basta decir ¡qué mal está el mundo ahí fuera! porque realmente ese mundo ha entrado también un poco ahí dentro.

Mis sobrinos son de los de la "antigua usanza". Mesa, horario, orden y conversación. Y, cuando estamos en casa de Tito, él es el que preside y bendice la mesa.

No son unos santos, son auténticos diablillos que están deseando salir como locos a jugar, pero de un año para otro van mejorando, van aprendiendo a convivir, a cuidar unos de otros... en esa escuela que se llama "comida familiar".

Pero, además... hay otras escuelas "particulares" que son las que surgen cuando aquel pequeño, con una pena, se acerca al padre o a la madre, "remolonea" esperando que le llamen, le pregunten con afecto y suelte ese "sapo" que le corroe, ese "Pepito me ha dicho", "María me ha mirado mal", o cualquier otra tragedia, tragedias de niño... pero tragedias al fin y al cabo.

frid

Friday, May 23, 2008

Baldosas resbalosas.

Llueve, algo raro en Zaragoza... llueve como ha de ser, con gotas que parecen querer romper las baldosas con las que chocan. Golpeteo de agua fuerte, como música de marcha de un ejército victorioso, imparable y festejando su victoria.


Es el agua que hace su aparición como un espectáculo asombroso en esta tierra que sólo la conoce domada, transportada por acequias a las huertas, fértiles huertas zaragozanas.

Y el Ebro tiene ganas de protagonismo en vísperas de la Expo... ¡Eso de poner como mascota a una sola gota!... ¡cicateros! tenía que ser Fluvi un torrente, un manantial sin freno... y eso nos lo muestra a vísperas del evento con el río caudaloso como nunca.

El agua cae en cortina de cristal... la vida en las calles se detiene. Los soportales están llenos de gente que mira desconcertada... no se atreven a tomar la decisión, que será siempre "una decisión pasada por agua".

Un amigo:
- ¿Te presto el paraguas?
- No hace falta, sólo tengo que pasar la acera.
- Pues... en pasarla vas a quedar como una sopa, como garbanzos remojados... que un instante y es como si al grito de ¡agua va! acierten de pleno.
-Al menos es agua del cielo, agua limpia.

A una madre y su crío se acerca salvadora su hermana con dos paraguas. Como en una isla estaban esperando en un portal... de ahí al coche y a casa... el niño siente que la aventura del chapoteo se frustre por la efectividad fraternal. ¡Tener tías para eso... para que no me toque un pelo el agua! No podré ser Tarzán cruzando el río Congo y batirme con cocodrilos y pirañas.

- Pepito, ¿ves que bien, no nos hemos mojado?

Silencio.

Lo peor sería ver ancianos empapados... pero no se arriesgan... miran desde las ventanas. Visillos descorridos y contemplando cómicas carreras entre semáforos en verde de los que piensan que a la carrera no se mojarán tanto. Llegan "chipiaos".

Esta vez la lluvia, casi torrencial, frenando la salida de paseo, les salva a los ancianos del riesgo seguro de la "acera mojada".

¡Menudas baldosas eugenésicas que tiene nuestro Ayuntamiento!. La muy traicioneras deslizan o no según les venga en gana. Pero siempre hay una en la que resbalas. Lo peor: las baldosas nuevas... son de caliza que se pule "con el aliento"... quizá por eso en Zaragoza apasione tanto el patinaje... no hay más remedio.

Algunos cuentan que para pasar por esas baldosas deslizantes, lo mejor es ir como deslizándose... aunque parezca que estás de baile. Pero un anciano no está para bailoteos. Riesgo de cadera rota cada vez que caen dos gotas.

Hoy nuestros mayores sólo miran... y sonríen ¿maliciosos? viendo a los jóvenes en apuros... prisa hay para llegar a casa... esa inercia que muestra que, incluso mojándose, vale la pena tener un hogar, un refugio, un lugar donde a uno le quieran... le ofrezcan una toalla para secarse y cambiar de ropa.

Zaragoza mojada por la lluvia, empapada... eso sí que es noticia de primera plana.

frid

Thursday, May 22, 2008

La bicicleta.

En verano ya los hijos se hacen mayores. Aprueban la reválida de cuarto, el final de los estudios primarios... y tienen como obsequio ¡la bicicleta! Ese es el regalo.

Ya hay tres y seguirán llegando. Los hijos no entienden mucho de "ese derroche" pues siempre se vive apurado y al día, pero la bicicleta es un milagro. Es resistente, es buena y permite alargar los paseos, excursiones y lugares de pesca. El pueblo se ensancha y llegan los pueblos vecinos. La playa de Castro ya no es la única playa... tras las otras cuestas vienen los mundos para reconocer y explorar. ¡Cuanto da de sí la bicicleta!

La madre las ha comprado "pesadas"... dice "resistentes"... no son de carreras para que "no vuelen tan lejos"... porque algo de miedo tiene de que les pase algo. Explorando y bajando cuestas algún arañazo han mostrado como herida de guerra.

Como la chiquillería se subleva... se compra una "bici" más pequeña con ruedas suplementarias para los peques. Duran poco las ruedas supletorias... aprenden enseguida a guardar el equilibrio... se lleva en las venas.

Tuvo que pasar mucho tiempo para que la madre contara la historia de su bicicleta... y comprobamos atónitos que salimos a ella... "un calco en aficiones y en osadía".

En su tiempo también su madre, la abuela, le compró una "bici" con la que iba por Castro y los alrededores con hermanas y amigas. La velocidad también le iba... Se casó, tuvo al mayor y notó un día cómo su madre fruncía el ceño pensativa.

Veraneo en Castro con el "primer enano"... Mamá, ¿donde está la bicicleta?

Mira, hija, vino un vecino que se empeñó en comprarla. Nos ofrecía ¡cincuenta pesetas! y, claro, te veo tan apurada, que pensé que te vendría bien ese dinero y no pude negarme. Ahí tienes setenta. Y además, vas camino de tener una buena cuadrilla de críos...

Silencio... miradas de cariño, pero a la vez de sorpresa. La abuela nunca se inmiscuye en la vida de la hija. Ella piensa y completa... "... y mi madre tiene miedo de que me pase algo y tenga que cuidarlos ella". Vale, mamá. No se hable más.

Ahora, seguro... que viendo a los críos con esos ojos de ilusión, llegar al pueblo en verano y engrasar la bicicleta como si fuese un caballo de carreras... sonríe y recuerda a la abuela.

frid

Camisa blanca.


Cuento para desengrasar.


¡¡¡Ignacio!!! grito de la madre al ver, una vez más la camisa blanca del marido con una condecoración de tinta china que va formando un cerco amarronado donde comienza a estar seca.

Es normal esa voz de vez en cuando. El marido, profesor de dibujo, gusta de lápices, plumas, rotrings, rotuladores, bolígrafos y otros cachivaches que cuelgan del bolsillo de la camisa o de la chaqueta. Y, entre tanta caperuza, lo raro es que no se suelte alguna.

Impotencia en la mirada y luego, recuperada la calma... cambio, arreglo y sigue la vida. Los niños han levantado la cabeza, mirado y comprendido. Alguno de los más pequeños está garabateando en unos folios figuras con lápices de colores... y se mira la camisa que "todavía" está limpia.

Cuando no está papá, la mamá explica que ha sido un accidente. Culpable: la caperuza.

Pasado el tiempo, la madre decía a uno de los hijos: "Siempre disculpas a papá"... "Sí, mama, es lo que tú siempre nos has enseñado".

Y es ese el modo de mirar del cariño.
frid

Wednesday, May 21, 2008

Lapidadas.



Escribo este post sintiendo todavía un escalofrío traumático por haber visto un vídeo que me proporcionó Patricia, que a su vez lo había recibido de Martha sobre una joven lapidada en Siria. ¿Donde la misericordia?

A partir de aquí, sigo con un cuento "pero que pudo ser real":

El maestro está escribiendo en la arena, junto a él se agolpa una multitud furiosa, a sus pies una mujer con la túnica desgarrada, llorosa, angustiada. Instan al maestro: "tenemos una ley, y según la ley "ésta" debe de morir"... silencio.

El maestro les mira con unos ojos que penetran hasta lo más profundo, no cabe esconderse. Se ven transparentes. "El que esté sin pecado tire la primera piedra". Silencio.

Al final quedan él y ella... y los discípulos expectantes. Silencio... hasta que pregunta el maestro, responde la pecadora y se oye la voz de la misericordia: "Yo tampoco te condeno, anda, vete y no peques más".

Y era un pueblo de Galilea. Tiempos bárbaros que oyeron la Voz de la Misericordia.

Siglo XXI, en una aldea de Siria. Se oye el disparo certero de una onda. La piedra, redonda, sale veloz como una bala... golpea la frente de una dama que cae ya muerta al suelo. Y eso fue un acto de misericordia de un pastor amigo de la familia que veía como iban a lapidarla.

La acusaron de adúltera. El juicio fue rápido y no se escuchó su defensa por ser mujer. No hubo hombres que hablaran mas que el tío de su marido que la delató porque no quiso satisfacer sus bajos instintos. Era difamada e inocente... pero era palabra contra palabra.

Su marido imploraba y pedía al cielo un Daniel que protegiese a su "casta Susana"... Pero no siempre se encuentra en el camino terreno la Voz de la Misericordia divina. Aquí el gesto amable fue esa piedra certera que frustró la venganza del anciano. Los jueces hicieron caso al testimonio falso. Ancianos escuchando a otros ancianos. Almas secas dictando sin sentimiento. Almas muertas, sin capacidad de sentir misericordia.

Después del desconcierto, aún muerta, la ira del perjuro arrastra los bajos instintos de los aldeanos y hacen el simulacro del apedreado. Linchada por una ley que no tiene misericordia.

Ese no es el Dios que bajó a la tierra y habló del perdón "setenta veces siete". Tampoco es Alá el "misericordioso"... es el hombre fabricándose interpretaciones para arrogarse la autoridad divina.

También Calvino, el sabio y renacentista, intentó ser la voz de Dios en la tierra e impuso la tiranía divina... e hizo arder a Miguel Servet en la hoguera. Eliminó de la Escritura la certera frase del maestro: "dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.

¡No más reinos terrenos con caudillos portavoces de la voz divina! ¡No más líderes religiosos imponiendo a la fuerza la virtud y la decencia!

Realmente el alma casta, a pesar de la muerte tan horrenda, se sintió como transportada... poco a poco veía que dejaba esta tierra sin apenas sentir mas que sorpresa... y en un desierto de arenas doradas se acercó a una figura que le sonreía mientras dibujaba en la arena.

Silencio. Los ojos divinos traspasaron los ojos del alma casta. Tenían en ellos la infinita pena de las injustas justicias tomadas en nombre de Dios, del Señor, de Alá... Y le abrió la puerta del paraíso celestial.

Abajo se consumó la venganza. Los amigos desconsolados acabaron emigrando. El marido, desolado huyó de esa tierra, renunció a sus familiares y se vino a Europa.

Un día un amigo le pasó ese texto de la Escritura Santa. Y comprendió quien es el Dios de la Misericordia.

Hoy anda escondido porque abrazó la fe cristiana y teme ser también exterminado.

frid

Tuesday, May 20, 2008

El reino aislado.


Algunos piensan que pueden vivir tranquilos, "yo a lo mío"... mientras la educación y las costumbres se deterioran... "a mí qué"... yo "vivo aislado". Eso sí... por la Televisión entran en esos mundos y dicen "es tremendo lo que pasa por ahí". Y no saben que por ahí también les han contaminado. Ya lo ven normal y no hacen nada.


Hubo un tiempo en el que Occidente era barrido periódicamente por la peste. Llegaba y no se detenía... A veces su freno era una época de lluvias que "limpiaba y saneaba las aguas y las alcantarillas"...pero una sequía pertinaz estaba unida a una peste pertinaz.

Aquel reino decidió aislarse. Envió arquitectos y operarios. Construyó la muralla dorada y colgó en lugares visibles la prohibición de salir o entrar bajo pena de muerte. En este caso era a la peste a la que temían. Los chinos temieron a los mongoles y no les frenaron. Los marxistas temieron la libertad y tampoco la pararon. Ahora tememos la peste, la corrupción de costumbres... y no lo arreglaremos con murallas aisladoras.

En un tiempo record el reino dorado terminó sus murallas. Las palomas mensajeras trasladaban, de sus espías ubicados en los reinos lejanos noticias alarmantes. La peste negra subía y subía... cada vez eran menos las palomas que llegaban y cada vez de lugares más cercanos... hasta que un día no llegó ninguna. Aislamiento, silencio y tersa espera. Alguno hizo de ese silencio predicación apocalíptica.

Ya no hay comunicación ni por paloma mensajera. Y, como es época de sequía... el hambre empieza a causar estragos. El aislamiento genera tensiones y rencillas pero el miedo es más poderoso, ahora que se ve que van llegando peregrinos harapientos a las puertas de la muralla dorada... y ahí van cayendo porque no hay nadie que les compadezca.

El aislamiento es egoísta. No importa que fenezca el vecino víctima de una ideología perversa. El silencio del que se cree "a salvo", del "puro"... ya es perverso y hace iguales a los de dentro y a los de fuera. En el otro lado la peste negra azota... en éste son las almas las que se van volviendo negras. Aparente palacio dorado que ha sido varias veces asaltado sin éxito por multitud de personas famélicas que están ansiosas de buena doctrina. ¿No podréis ofrecernos algo?

Fuera de la muralla, los monjes mueren también víctimas de la peste, están con el pueblo, con el alma pura pero el cuerpo enfermo... y aún así se van haciendo obras de saneamiento, se hierve el agua, se purifican las ciudades y comienza a vencerse la enfermedad... la peste negra amaina. Pasarán años y los juglares volverán a cantar, los monjes escribirán de nuevo magníficos tratados... la peste queda arrinconada como personaje cómico en los autos sacramentales y como recuerdo de la fugacidad de la vida.

Nadie se acuerda ya de la muralla dorada... salvo un día, quizá, cuando un noble organiza una cacería y se encuentra con un muro en ruinas y se adentra con su séquito persiguiendo un corzo vigoroso... y se queda asombrado ante una maravillosa ciudad desierta, sin vida.

Precavido y con miedo entra en el palacio principesco... se encuentra una especie de última escena: Una mesa puesta con escasas provisiones secas y por eso conservadas, cadavéricos comensales con mirada hueca... el hambre que aquí se llevó con dignidad hasta la consunción final en el paraíso de la soledad. En otros barrios se observa que fue mayor la decadencia y hay signos de canibalismo extremo.

Huyeron de la peste del cuerpo pero las almas negras, seguras de no contaminarse, se habían degradado hasta el extremo.

Llegó el abad del monasterio más cercano a ese reino, superviviente casi milagroso de la peste, con ojos de pesar vio la ruina. Y agradeció las medidas de prudencia adoptadas por sus reyes. Aislaron, ciertamente, a los enfermos... pero atendieron con heroísmo a todos ellos, procuraron aliviar las penas... hubo contagios, dolorosas muertes, pero también fueron ellos los primeros que notaron la victoria de la salud sobre la muerte.

Contaminados en el cuerpo, almas limpias, se mezclaron con la gente que sufría y hoy ese monasterio y ese reino viven con aire limpio y con orgullo. Volvió la vida.

frid

Saturday, May 17, 2008

El odiador arrepentido.

Esta historia no puede quedar así. Me niego a creer que alguien de aquellos odiadores, manchadas sus manos de sangre, no pudo arrepentirse. En algún caso ocurrió... y en nuestra historia ¿por qué no?

Habían estado bebiendo, repitiéndose como siempre ese estribillo ¿Verdad que se lo merecían, verdad? Pero él no pudo tomar la última copa. Algo le vino a la memoria, historias y juegos de niños. Vio en un instante con claridad meridiana con quienes se divertía de crío y cayó.

Volvió a su casa viendo caras, ahí estaban unos y otros, también Diego, Arturo e Ismael encaramados al árbol para robar nidos,... cosas de niños.

Noche agitada, caras y caras que le miraban sin decir nada... salió de casa de madrugada, se aclaró con el agua fría del arroyo... y vio por un instante que destilaba en rojo... por un momento era como si nada se moviese salvo las voces de unos niños que se bañaban en la poza, chapoteos y risas... y caras, las mismas caras.

Decidió despejarse subiendo al monte, a lo alto... encontró un viejo sendero que llevaba a una borda abandonada... las nubes formaban figuras que luego se deshilachaban... le parecieron caras... caras de niños que iban a la busca del tesoro por aquella senda, carreras, risas y caras... las mismas caras.

Se hizo de noche, la luna asomó pacífica y en una mancha lunera, no sabe cómo pensó en el eterno peregrinaje de Caín... y le cayó una lágrima. Agua cristalina, rostros reflejados, caras asombradas oyendo historias lunares con los ojos bien abiertos, ilusión, caras... y las mismas caras.

Llorando se acercó, ya de noche, a una casa. Aldabonazo. Se entorna la puerta... "Padre... yo me acuso..."

Amanece. Un hombre sale del pueblo con un hatillo a la espalda. Parece contento, como si no llevase carga.

En las casas de Diego, Arturo e Ismael una nota: "Ya se que me habéis perdonado, pero lo que debéis saber es que me he arrepentido y he llorado..."

No puede dejar de ver las caras, pero ahora, después de lloradas, se sabe redimido aunque se sabe también, como Caín, siempre en camino, aunque agradecido de no ser un Judas... hay esperanza, podrá mimar y cuidar otras vidas.

Ahora está agradecido y con el dolor alimenta nueva vida. Sus ojos asombran por su mirar que cala hondo y sin hablar siempre pregunta.

Ante esos ojos el alma siente que no cabe nunca decir mentira.

frid

Odiadores.


He dejado de leer un libro a mitad... y no porque esté mal escrito, sino porque después de buscar entre sus páginas un atisbo de piedad, de amor o de comprensión... sólo he encontrado odio, incomprensión y un amargor inmenso. Un alma enferma que maneja la pluma maravillosamente... ¿pero qué sembrará en los que le leen?


Una escena que pudo ser cierta: Se han reunido los odiadores y han apuntado con sus armas de caza a Diego, Arturo e Ismael... se los han llevado a las afueras del pueblo. ¡Los muy beatos, se van a enterar!

Y ha pasado el tiempo. Volvió la paz, si bien todos callan y saben... Unos odian en silencio, otros perdonan... pero no hubo venganza ¿para qué? Prefieren no abrir más las heridas... ¿Y si viviésemos en paz?

Ellos, los odiadores, no tienen paz... Es habitual verlos en el bar del pueblo cuchichear... ¿Verdad que lo tenían merecido? ¿Diego, no era mas que un miedoso, no hacía mas que suplicar por la vida?... ¿Merece vivir tal cobarde? Y Arturo... con todo lo que tenía, ¡cómo nos miraba!, con un mirar que daba tristeza ¿merece vivir quien lo tenía todo y nos miraba con desprecio?... pero Ismael... "no tenía remedio"... hasta nos dijo que "nos perdonaba e iba a rezar por nosotros"... Teníamos que haberle quitado el rosario, que fue, seguro, lo que le dio tanta entereza... Y seguían en sus preguntas mientras corría el vino ¿Verdad que lo merecían? ¿Verdad?...

Otros no tuvieron tanta suerte y fueron delatados... y siguió un poco más la escalada de la violencia. Pero en las casas de Diego, Arturo e Ismael se estableció como consigna "el perdón"... y eso los odiadores no lo aguantan... no aguantan que María, Matilde y Margarita, cuando les ven, les miren con pena y parezca que rezan una oración.

Algunos sabemos eso del perdón... porque aprendimos de nuestros padres a perdonar... y a callar para no ahondar heridas que no pueden restañarse. Algunos saben que personas como Ismael han sido puestos como ejemplo a los cristianos. Los Ismaeles pasarán a la Historia como modelos de perdón en situación extrema.

Sé que algunos de los que siguen odiando han mamado ese rencor de los antiguos odiadores... ¿Odian porque perdonamos? ¿porque no pudieron extinguir la herencia de los Diegos, Arturos e Ismaeles?

Un amigo me comentaba que "en su pueblo"... al que no perdonaban es al que había hecho favores... era con el que más se ensañaban.

El odiador no acepta deber nada a nadie y menos aún que le compadezcan. ¿Verdad que se lo merecía? ¿Verdad?

Eso pasó en España, pasó en Kosobo, pasa en Palestina, en el Líbano, y también en casas que parecen pacíficas, bien encaladas, en el silencio de las conciencias... ¿aprenderemos?

Porque siempre las víctimas son los inocentes; y requieren en los odiadores mucho alcohol, muchas horas preguntándose ¿Verdad que lo merecían? ¿Verdad?... y encontrando el silencio que sigue "acusica", porque el odio no cesa ya que su madre, la envidia, lo genera cada día.

frid

Fluvi toma Zaragoza


Este sábado, después de días de lluvia... Zaragoza se ha despertado fluvial. La mascota de la EXPO ha aparecido en todos los escaparates de los comercios zaragozanos, si bien con su faceta más reciclable... de cartón.

En zaragoza liberal


Días atrás, desde la sede de la Federación de Empresarios de Comercio de la ciudad, han ido saliendo todo tipo de personas, jóvenes, ancianos, varones, mujeres... pero todos con un Fluvi tamaño natural bajo el brazo.

En algunos momentos en alguna parada de Bus, además de los viajeros normales, el Fluvi acartonado entraba sin comprar pasaje y se sentaba al lado de la dueña de la tienda de ropa, o del serio representante de una tienda de electrodomésticos.

Su azul agua hacía juego con una ciudad que ha estado estos días pasada por el agua. Es como si esa expansión "fluvística" necesitase de la humedad de los charcos y del fondo decorado por nubes barrigonas.

Y hoy nos saludaba Fluvi en cada escaparate, con una sonrisa que estuvo a punto de no tener. Su primer diseño era un Fluvi mudo y los maños protestaron. ¡Cómo no poder decir que NO! que es lo que nos sale primero del alma... antes de reflexionar, cuando lo hacemos, para ceder o aceptar lo que nos dicen.

El Ebro baja crecido con su color de chocolate. Fluvi no está chocolateado, sino azulado, con el color del cielo, del mar, del agua... de la lejanía y la profundidad de los paisajes.

Fluvi es justo lo contrario de nuestra entraña negativa, es un al extranjero, al forastero, e "incluso" también al vecino. Zaragoza está ilusionada en recibir en su casa a todo el que venga y enseñarle orgullosa su PILAR, su EBRO, su EXPO... y también su río color chocolate que tapará con un azud el lecho medio seco que corresponde al estiaje.

Fluvi está sonriente. Los aragoneses sabemos que este verano será un poco extraño... habitualmente nadie se queda en Zaragoza en verano, y menos en agosto. Pero este año hay motivo para pasar los calores. Muchos han elegido la EXPO "Noche" para evitar así algo el "Lorenzo"... pero al final quedará una ciudad más bonita, con más parques, con edificios singulares, con más empaque y más signos de identidad.

Eso esperamos todos... y los Fluvis de cartón que desde este sábado son ya tan numerosos como zaragozanos, están ahí para daros la bienvenida a los foráneos... que aquí nadie es extranjero... porque ya tenemos la tradición de que el PILAR es el sillar de la Virgen y la Virgen es Madre de todos.

frid

Friday, May 16, 2008

Chapoteando.

Cara y Cruz. Comencemos con la cruz porque así acabaremos sonriendo:


Es el último cuento de José Jiménez Lozano en "La piel de los tomates", se titula "Una taza de te"... cuando lees la razón de por qué le tiembla el pulso a Ismael te recorre a ti "todo un escalofrío"... ve al marido de la cliente, que es el médico que le presionó para un aborto que no hizo... y nació un niño normal. Tembló, cayó la taza de porcelana y se acabó el trabajo en ese almacén tan encumbrado.

Ya es normal conocer muchos casos así... entre los que conozco venció la vida. Ante la mínima duda, el ginecólogo pone ante los padres un puente de plata, una huida hacia adelante. El que debería ser "colaborador para la vida" se transforma en consejero de muerte.

Varios amigos han sufrido presiones. En casi todos los casos nació el niño o la niña normal, en otros vino el tesoro, la prueba de que Dios les amaba más y es un niño que une.

Pero es curioso que en este mundo de tazas de porcelana japonesas, verdaderas obras de arte de belleza... no quepa un niño que no sea perfecto. Pero ¿habéis ahondado en las almas para poder decir que el contenido no es bello? Es una taza única, irrepetible... con una vida para ser vivida.

¿Y el alma de ese médico, de los padres que ceden al chantaje... no estará quebrada ya, como esa taza de porcelana que cayó a una mullida moqueta y apenas se dieron cuenta?

Viven cómodos, con salud, con juventud... pasan los años y no se dan cuenta que van camino a la soledad porque han seguido la senda del desamor, del interés... de la manipulación de lo humano.

¿Qué médico puede considerarse como un dios pagano para decidir quién es digno de vivir la vida sin preguntar siquiera a la inocente víctima?

Hablemos de la cara, de la vida... volvamos a mi pueblo en verano.

Ha llovido al mediodía. Los niños con la cara pegada a la ventana ven y oyen llover. El aire huele a tierra mojada. Pero están inquietos... si no escampa son muchos para estar, por turnos, apretando su cabecita ante el cristal del mirador haciendo caras.

Los padres y los tíos toman café y se dejan balancear por las mecedoras. De vez en cuando un pequeño invade su espacio y se sienta entre sus piernas, cabalga y sueña obligando al mayor a seguir su juego.

La lluvia cesa, un rayo de sol, primero tímido... luego con fuerza, descorre la cortina de las nubes. ¡Escampa!. Los niños ahora miran al sol ilusionados. Son verdaderos observatorios astronómicos dirigidos al astro rey con creciente admiración.

Rápida la gestión de la intendencia, los mayores ayudan a poner los impermeables a los más pequeños, las botas de agua, los paraguas, el carrito para el más enano... un carrito que tendrá que llevar, como rémoras, a alguno de los otros peques que tenga un agudo ataque de mimos.

Bajamos corriendo la escalera. La del primero se asoma y dice ¡esos niños!... Perdón, señora, es que van con tanta ilusión a la calle.

Bajamos y... comenzamos... la guerra de los charcos.

El tonto del pueblo contempla la escena y... siguiendo el juego, también con sus botas de goma... chapotea.

El rayo de sol permitió ese rebrote de alegría pero para eso era necesario que viviesen los niños, el tonto, los padres, la vecina, tú y yo... que no falte nadie para jugar entre los charcos.

frid

Wednesday, May 14, 2008

El Rey infeliz. Cuento.

Pobres y ricos. Aquel rey era muy pobre, siempre carecía de lo que tenia el rey vecino... por eso comenzó aquella guerra, conquistó aquel imperio y aún así seguía añorando lo que otros poseían.

Podría acabar mal, pero por un tiempo su pasión le hizo ser el amo de todo el mundo conocido. Había triunfado y dispuso de tiempo para observar a sus súbditos. Y empezó a añorar también las riquezas que sus generales conquistaron... se las arrebató y quedó todavía como dueño más y más absoluto.

La gente empezó a ocultar sus bienes por miedo a las requisas reales... eso no podría acabar bien... "era el eterno pobre rico". Había aires de confabulación, de intriga en el Imperio. Era insufrible tanto poderío.

Un día el Rey, infeliz en sus riquezas, contempló desde una ventana que uno de sus labriegos, el más pobre de todos ellos, cantaba mientras trabajaba... le vio feliz y añoró ese bien como un nuevo tesoro.

Como el rey no era tonto, sabía que el asunto no se resolvía arrebatando la alegría a su labriego... eso le mantendría a él igual de triste y habría dos tristes más en el Imperio.

Hubo una proclama del emperador para que se presentasen todos los más sabios del Imperio y les hizo la consulta que tenía en la punta de los labios: ¿Cómo poseer la nueva riqueza que había contemplado en su labriego? No supieron responderle, o no quisieron por miedo.

Intrigado hizo llamar a su súbdito... Escenas de desconsuelo en su familia, abrazos y lloros pensando que caerían en desgracia y también algo asombrados, ¿si no tenemos nada, qué puede desear de nosotros el tirano?

Hubo una conversación a puerta cerrada. Algo incidió como fuego en la mente del príncipe... "el labriego era feliz porque no añoraba nada ajeno", "aceptaba con alegría lo que poseía", y cuando tenía sed el ir a la fuente le causaba enorme gozo, sentía las carencias pero también los pequeños refrigerios.

Ese día se salvó el tirano de la confabulación de los generales. Convocó asamblea, restituyó tesoros... Siguió como rey, pero reinó de otro modo.

Y, curiosamente, adoptó al labriego como su principal consejero, se consolidó su Imperio y los reyes cautivos volvieron a su reino, eligiendo hacerse feudatarios de un "hombre nuevo".

frid

La habitación de los cuentos (ii) Fantasmas.



Siempre, al llegar al pueblo, se traían de Madrid algunas sábanas que pasaban a "su segundo uso"... y con las que ahí estaban se hacían esos trapos que son el último servicio que hacen las prendas recicladas, recicladas por carestía más que por motivos ecológicos.Antes que trapos eran material de juego.


Los mayores esa noche, en la que se había decretado la condena de las sábanas viejas, solían escenificar la noche de los fantasmas. Para eso no es buena la oscuridad completa ni tampoco la luz del atardecer. Los fantasmas se mueven en "penumbra"... ha de verse algo pero ha de imaginarse más.

Y esos niño-fantasmas, dejando alguna luz al fondo encendida, se acercaban con sigilo a la habitación de las literas... ese día la pequeña, miedosa... no iba a que le contaran cuentos. "Era la guerra".

La clave era el susto inicial... porque a continuación había algún valiente que asomando la cabeza de su refugio entre las sábanas, se lanzaba a comprobar y surgía el bullicio hasta que, al fondo, la voz de la madre "¡Niños!" hacía que se lanzasen todos a la carrera a su inocente posición para estar en "perfecto estado de revista"... aquí no ha pasado nada.

Aquella noche se debió montar más barullo de lo habitual... porque al día siguiente vinieron los "fantasmas profesionales". La pared del cuarto daba a la casa de los primos y, ellos, más mayores... la montaron como profesionales.

Noche cerrada, dormidos o casi dormidos... un sonido como de cadenas. Supongo que dieron un golpe de cadenas "algo más fuerte" para que cuatro cabezas surgiesen de sus almohadas como resortes. Andar arrastrando. Una figura que no habla... muy alta... supongo que dos en uno... y una luz que iluminaba la silueta. No dice nada, se asoma y calla. Ese silencio ahoga los grititos de cuatro niños con los ojos como platos.

Ruido de cadenas alejándose.... portazo. ¡Uf, qué alivio!

Un silencio que se puede cortar y luego alguien diciendo "envalentonado" que "no ha pasado miedo".

Comienza la interpretación de la historia en un susurro. "Es la tatarabuela", la del cuadro, la que los franceses tiraron por el balcón por echarles aceite hirviendo. Es su alma en pena que vaga por la casa... Ese cuadro siempre nos ha dado un poco de miedo. Es antiguo y muy expresivo. Te mira con "cierto aire socarrón"... pero de pequeños impresionaba el claro-oscuro.

Hoy no estamos para cuentos.

Al día siguiente no sé que aire de complicidad hay en el mundo de los mayores. Y durante unos días reina la paz en el cuarto de los niños... ya volverán, a su tiempo, más historias.

frid

Tuesday, May 13, 2008

Recuerdos de mayo.

Este blog de cuentos también quiere hacer un homenaje a mi Madre del Cielo.

A veces añoro lo que sentía y sabía de niño, la ternura de un amor infantil completo y apasionado que se concretaba, en la edad de párvulos, en subir, durante el mes de mayo, a la Capilla del Colegio para decirle alguna frase cariñosa a la Virgen María.

Los niños aprenden a amar por "imitación" y "prueba". Si ponen el corazón en alguien y no le falla lo notan y mimetizan casi sin darse cuenta los afectos, las expresiones y los gustos de los que quieren... en especial de los padres. Pero cuando los niños de una casa son varios... entre ellos multiplican las lecciones y se espabilan.

Una madre que fomente la devoción mariana está continuamente trasladando al hijo que la Virgen es aún más madre que ella... y eso hace que se le iluminen los ojillos a la criatura y aumente su felicidad. Se sabe querido con toda la ternura mariana... y sabe que es verdad en la delicadeza que la madre terrena pone con la criatura. Los brazos de María son los brazos de la madre... y los de José son los brazos recios de su padre.

Esa seguridad abre en el hijo horizontes eternos, referencias fuertes para el obrar... porque sabe que su Madre le mira con ternura desde el Cielo y procura no ofenderla. Por eso le duelen los enfados con los otros niños... si "el niño" está disgustado conmigo porque he obrado mal... ¿mi Madre del cielo?... y por eso aprende a pedir perdón. Sabe que las madres siempre perdonan... "los amiguitos" son más cabezones, su no es más el terco resultado de los "mini-orgullos infantiles".

En mayo los padres saben que el afecto a María, el día de la madre, las flores en la imagen de la Virgen hacen recio el amor infantil. Grande es la meta pero también Grande y Poderosa es la receptora de esas flores.

El amor infantil es también una bendición a los padres. Ellos quizá tengan que ofrecer además de sus "flores" también sus disgustos de adultos, los roces de la vida, las preocupaciones objetivas... ellos tienen un aliado en ese hijo inocente que, saben, hará sonreír a la Madre del Cielo... es un "chantaje bendecido" que suena a campanas celestiales.

Muchos hemos visto cómo Juan Pablo II gustaba de tomar en sus brazos paternales a los niños de los peregrinos... incluso todos vimos cómo en ese gesto protector fue cuando la bala criminal se dirigía a su corazón... pero la Virgen desvió esa bala y pudo seguir siendo los brazos amorosos de Cristo para esos inocentes.

Los padres todos los meses de mayo tienen la opción de hacer que sus hijos pequeños corran a los brazos de la Madre... y saben que serán bendecidos.... los mayores ya han aprendido y van más sueltos.

Esos son recuerdos de mayo que, aunque sean afectivos... son de afecto recio.

frid

Sunday, May 11, 2008

La habitación de los cuentos. (i). Embarcados.


Mi musa es, hoy, Mercedes... y mi cuento es real y es un recuerdo y un homenaje a las familias numerosas. Los hermanos de muchos sabemos y hemos vivido escenas como ésta, estoy seguro.

Oscurece, los niños se han de ir a la cama. Los niños mayores se retiran solos. Es verano y el ejercicio del día les deja agotados. Los pequeños van "todos" a la habitación de las literas... menos la hermana... esa aunque "enana" tiene su habitación aparte. La madre reza con ellos las oraciones. ¡Mamá! grita la "mini-voz femenina" a lo lejos... ¡ya va papá y luego iré a rezar contigo las oraciones!

Se retiran los mayores, apagada la luz... silencio.

Pasan unos minutos, Fede habla bajito ¿Estáis despiertos? Se oye un rumor cómplice... y la "novela comienza".

Hoy nuestras literas se han convertido en barcas... estamos en el puerto de Castro, levantamos amarras y partimos a mares desconocidos. La mar que parecía en calma, al dejar el último muelle, se agita... ¿alguien se marea? ¡¡¡nooo!!!

No habléis tan alto que vamos a despertar a los mayores. Navegamos a fuerza de remos. Carlitos se queda atrás. -Carlitos es el pequeño y protesta. Carlitos está muy lejos. Va a gritar y decir que no juega. Pero un delfín toma su barca por las amarras y lo lleva en volandas. ¡Se aleja! Es un punto en el mar azul difícil de seguir con la mirada. -Nuevas protestas... pero remamos fuerte y llegamos a su vera... así hasta el puerto de las "Piedras verdes"... que se confunden con el verde mar de algas.

Amarramos las barcas y los habitantes del "Verde puerto" nos dicen que han raptado a la princesa. Se oye la voz de la niña... que con los pies descalzos ha entrado en la habitación de las literas para seguir la historia.

TODOS... ea, fuera, que esta es la habitación de los niños. Va a llorar... No, puedes quedarte pero ¡sin respirar! Vale, no respiro. Y ahí sentada en una litera baja se sabe la princesa. Es la única.

Ya van los piratas, "somos piratas ahora" por la "Verde selva" a rescatar a la Princesa en el Palacio del Malvado de las verdes calzas.

A golpe de machete arrancamos las lianas, las zarzas, alguna que otra cabeza de serpiente. Pero una serpiente enorme se enrosca en el pie del pequeño, y va y se lo zampa de un trago. ¡¡¡no!!! grita, siempre me pasa a mí. Bueno, pero no te preocupes, Jóse con su machete le corta la cabeza a la maligna serpiente y le abre el vientre y sales ileso, eso sí lleno de "baba de serpiente", "pringoso", "pegajoso"... ¡¡¡no!!! Pero no te preocupes, te lavamos en la cascada cercana... pero resulta que se te lleva la corriente y vas a la cascada... Otro ¡¡¡no!!! y, para no despertar a los padres, arreglamos el entuerto.

Manolo, que es muy valiente, baja agarrado a una liana y te rescata. Y llegamos al Palacio del "Malvado de las calzas verdes". ¡¡¡Me rescatan!!! grita la pequeña. Ea... que vas a despertar a los papás... y prometiste no respirar, ¡calla!

Entran y encuentran que el malvado tiene la misma cara que Jóse... Y antes de que proteste, es que el malvado de las calzas verdes tiene propiedades camaleónicas y se hace "idéntico al que ven sus ojos"... por eso llevamos una luciérnaga en el bolsillo... la mira ¡ya es luciérnaga! y zas... una caja con espejos y se ve luciérnaga proyectada sobre luciérnaga.

Le salen miles de caras de luciérnaga... miles de lucecitas en la caja de los espejos... y zas... se rompe en un rayo de luz maravillosa. Y con tanta luz... zas... ciego se queda y para siempre convertido en Linterna.

Con esa luz rescatamos a la princesa. ¡¡¡Bien!!! exclama la pequeña.

Voces del fondo ¡¡¡Niños!!! correteo de la niña a su cuarto.... silencio en la habitación de las literas... y en ese silencio "el sueño"... Hasta mañana.

frid

Saturday, May 10, 2008

Castillos en la arena.

La playa parece un lugar seguro. Los niños se embadurnan de arena y construyen inestables castillos que la mar se encargará de borrar del mapa. Son edificios, canales, murallas de "arquitectura efímera y espontánea".


Un niño estaba hace muchos siglos haciendo hoyos en la playa intentando llenar el hoyo con el agua del mar. Un señor que estaba paseando en espera de tomar un barco que le llevase a su Cartago natal quiso dar un poco de sensatez al crío. "Lo que haces es imposible"... el agua se filtra de nuevo al mar. Y además ¿Cómo poder contener el mar en un agujero?

¿Cómo contener las obras de Dios en nuestra cabeza? ¿Cómo construir imperios duraderos? El tiempo es el mar océano que ha haciendo romas las formas de las murallas y luego las transforma en arena que voltea en el desierto. Quizá esa mota de arena que tengo en mi mano era parte de la cúspide del Palacio de Alejandro. ¿Vanidad, de qué mi vanidad?

El niño le dio una lección a Agustín, una lección de humildad. El misterio trinitario es más dificil de entender, es una labor más titánica que llenar el agujero con el mar entero. La ciencia de las cosas humanas tiene un infinito desarrollo... pero la de las divinas se encuentra con frecuencia con el muro de lo inefable, de la fe.

Decía San Josemaría que "si Dios cupiese en mi cabeza, no sería Dios, sino una criatura". Poca cosa es lo que cabe en mi cabeza... aunque sea heredero de siglos y siglos de cultura.

Pero es que además los logros humanos, su exaltación de la dignidad de la persona, de la libertad... son castillos en la arena. Vendrán otros que los echarán para abajo. Hitler definió hombres de segunda e intentó exterminar una raza. Reaccionamos con la Carta de los Derechos Humanos.

Hoy Occidente ha definido al niño sin nacer como "no humano" e intenta exterminar la conciencia de los que protestamos. Se redefinen esos derechos que "ya no son de todos los humanos".

No hay obra humana que no sea un castillo en la arena. Dura hasta la próxima marea. Y es que cada generación debe recomenzar la obra... porque lo humano sólo toma vida en seres que están de paso... y sólo mientras pasan. Aquí queda "recuerdo", "ejemplo", "escandalo"... pero tanto lo bueno como lo malo contempla como la espuma blanca del mar que va de crecida lame sus cimientos.

¿Qué hay estable entre tantos castillos de arena? El niño que baja todos los días a la playa con su pala y su rastrillo. Cada día un niño distinto construye el edificio de los hombres. Todos ellos tienen alma, tienen cuerpo... son una continuación de nuestra especie. Somos más duraderos que nuestras huellas.

Sólo hay algo que parece que siempre mejora y, quizá por eso es tan atacada, la simiente que Cristo dejó en la tierra. Progresa la visión de la dignidad del hombre y de la libertad entre los cristianos. Hay un conocimiento más purificado de los errores prácticos en las generaciones siguientes. Parece que la obra de Cristo no es "un castillo de arena", aunque la forma externa así lo parezca.

Pero ese progreso no es "de la humanidad" sino "de los hombres". Sigue su avance al margen de los números, de las modas, de la aprobación o de la persecución de aquellos que se abrazan al crucificado. Piensan que si bien su "obra humana" es como el hoyo de la arena... su fe es algo sólido que le llevará a la vida eterna.

frid

Wednesday, May 07, 2008

De chiquillos qué mejor que jugar en un castillo.

Homenaje a Castro Urdiales.


Recuerdo como un don de Dios esos veraneos largos en un pueblo del Cantábrico. Por la mañana el sol, la playa, el mar... por las tardes la montaña. Y en el monte de la Virgen los prados, la cima, los castillos.

Había de todo en el pueblo... sobre todo una turba innumerable de primos y hermanos. Las hermanas, nuestras madres, se juntaban en verano y traían, nos traían, la retahíla. Más de veinte primos y primas... un colegio... y todo el tiempo libre para que nuestra imaginación volase al viento.

He sido un niño feliz, he sido hijo de unos padres felices... no he ido sobrado... pero he tenido el don de la imaginación y de la compañía. Y subiendo por la tarde la cuesta pina del monte de la Virgen, pasados los muros de las fincas bien guardadas, los prados con tapias descuidadas... se llegaba a unas ruinas que eran... sin duda, los restos de un Castillo, de sus fosos, de sus torres, murallas, almenas... Lo cierto: los depósitos de agua encharcada, las ranas, salamandras, culebras, lagartijas, e innumerables animales que, inocentes, caían en nuestras manos de exploradores. Safaris de "lagartos", captura de fieras feroces que no pasaban más allá del monte, pacto tácito con nuestros padres.

Luciérnagas, ciervos volantes, escarabajos... rebaños o "leones", águilas de corto vuelo... Y cuando nos eran necesarias estaba la cosecha de moras, de fresas, de manzanas.

Selva intrincada de ortigas, ingenuo sostener la respiración para que no picara. Generales y capitanes... ahí nadie quería ser simple soldado... Y luego receso merendero para volver a casa.

Mirar desde la cima, donde la pequeña ermita dominaba el pueblo de pescadores y donde llegaban claras y nítidas las voces del puerto, y los pocos ruidos de una tarde casi medio día.

Mirar largo hacia otros montes, hacia el mar que embriagaba e imponía, hacia los acantilados y los puertos más cercanos y sueño de tener edad para la bici y poder ir con los mayores a esos pueblos que sonaban a nuevos reinos lejanos que esperaban ser por nosotros conquistados.

Feliz infancia que con escasos medios suplía en sueños, excursiones y aventuras.

Feliz estancia en el pueblo, oxigenados aires que eran el premio de nuestros estudios madrileños... tiempo para juegos cumplida la condición primera de los estudios parvularios... y luego los estudios infantiles. Valía la pena esforzarse los meses madrileños para llegar al verano y tener para ti un paraíso, el paraíso de los niños, de los juegos, del mar, de la arena, de la hierba, de las fiestas infantiles de santos y cumpleaños.

Tan poco y hacía tanto. Tantos niños aportando sueños.

frid

Dar gracias ¡por todo!



A modo de meditación:


Ser un hombre feliz no es ser un idiota que a todo sonríe... porque no se da cuenta. La realidad tiene cruz, tiene dolor... es dura, pero cambió cuando vimos con asombro los pies de Dios que pisaban nuestra misma senda.


Andaba la humanidad muy angustiada, buscaba salvadores y se impuso un Tirano, un César que exigía para sí el culto divino. Y luego pan, circo y miseria. No podía satisfacer al hombre ese vivir como "cliente" del poderoso. Los hombres estaban aprendiendo a vivir "como los dioses", sí con la misma conducta licenciosa del Olimpo clásico. No eran felices.

Los pueblos subyugados vivían carcomiendo sus cadenas sin poderse soltar de ellas. Eran carne de esclavo, de tributo, de injusticia. No ser "romano" era ser un ciudadano de segunda, si bien... cuanto más lejos más seguro, incluso, que el ciudadano de Roma.

Tanto dolor y... de pronto... unos pasos que retumbaban en su silencio. Un andar voluntario hacia el Calvario... una madre dolorosa sostenida por su Amor acompañando ese reguero de sangre que ascendía.

Eso dio sentido al dolor. La puerta del Cielo se abrió de par en par y en especial para los más humildes de la tierra. Y comenzaron los hombres a poder, con sentido, dar gracias a Dios por su misericordia.

Una acción de gracias compatible con el bregar diario para hacer más justa la vida de los hombres, con el intento de salvar todas las vidas injustamente amenazadas, con el esfuerzo de hacer oír cada día la verdad de lo que ocurre y para desenmascarar las mentiras.

El mundo ha cambiado. Los hombres se empeñan en no cambiar. Ahora el que sufre no lo hace solo... camina ese camino de Redención que es el Calvario. Y el que se alegra se alegra también con el sano rumor de la fiesta, del vino que corre y que antes era agua, de los niños que se acercan al Dios hecho hombre.

Lo que nos parece que tiene sentido... ¡gracias porque lo entiendo!.... los desvaríos humanos, lo injusto que sufrimos... no doy gracias por el mal que hay detrás, pero sí por el bien que, en el Calvario, se ha logrado.

Incluso el dolor y la muerte se le han arrebatado al diablo. Hoy tienen sentido, son la muerte de la semilla para dar después un nuevo trigo... el del cristiano.

frid

Monday, May 05, 2008

El muro de los espinos.


Subiendo al monte de mi pueblo, siempre hemos distinguido entre tapias y muros. Las primeras eran amables y estaban preparadas para el salto. Los muros siempre "grises", mostrando con alambres o cristales el mensaje: "aquí no eres grato".



En mi ingenuidad infantil, subiendo al "monte de la Virgen" con mis hermanos llevados de la mano de la "chacha" pasábamos siempre por casa de mis primos de los que se añadían algunos cuantos e íbamos a merendar al campo.


En la cesta, discreta cesta, iban el pan y el chocolate, la sandía y la gaseosa... subíamos por la empinada cuesta hasta unos prados a los que se accedía por una tapia rota. Ahí, además del correteo infantil, la buena chacha se sentaba y nos dejaba hacer.

La fruta, normalmente, eran las manzanas de los árboles de la finca, que a finales de agosto ya empezaban a estar sabrosas.

Mi ingenuidad ponía aires de aventura... de aventura controlada. Los dueños, amigos de mis padres, permitían aquel asalto al prado, que al fin y al cabo... era un prado para las vacas.

Lo sorprendente era que, cuando se acercaban algunos de los del pueblo salía el dueño con el perro. Luego me enteré que mientras nosotros tomábamos las manzanas de modo moderado, aquellos rapaces eran el "mismo diablo" y no sólo arrancaban sino que lo hacían por el placer de la travesura y dejar pelado el manzano.

De paso para la finca el camino tenía, a ambos lados, muros coronados con cemento acristalado, puestos de intento para que quien saltase por ellos se enganchase en los vidrios de colores. Y, también perros ladradores y otros no tanto, que rugían y producían espanto.

Ahí aprendí la diferencia entre muro y tapia, si bien es una diferencia que no viene en el diccionario.

Más adelante comprobé que muros eran el muro de Berlín, el muro de las Lamentaciones, y el muro que, recientemente, separa palestinos e israelíes.

Muros que no impiden que las aves vuelen en libertad, que las ideas circulen, que las personas sueñen. Pero sí que impidieron que las personas los traspasasen. No estaba permitido asomar la cara a espacios de libertad.

El marxismo sólo puede subsistir por el engaño de la primera vez... y una vez implantado, por la tiranía... y un arma de la tiranía el muro gris. Poner puertas al campo es un sueño de los totalitarios, y también de los hombres que crean diferencias y odios a los que son distintos por la religión, cultura o raza.

Los muros parecen sólidos... pero el tiempo hace que al final sean "muros de lamentos".

Hemos visto caer un muro, hemos visto también caer muros menores. Yo recé de niño porque el muro de Berlín cayese. Me enteré que muchos hombres y mujeres rezaron por lo mismo. El Papa Juan Pablo II lo vio caer como una profecía de tiempos mejores... pero una vez liberados de un tirano surgen sombras nuevas, proyectos murales con variantes.

Quizá no sean muros físicos, pero lo "políticamente correcto" es un muro para que no vuele libre el pensamiento. Además muy sutil, porque parece que pensar distinto es violentar realidades, cuando es sencillamente el ejercicio natural de la inteligencia.

La mayor tiranía ya no es el manipular conciencias sino el impedir que existan, que puedas juzgar sobre el bien y el mal, que puedas establecer tú mismo que en aquel manzano tu hambre te pide una o dos piezas... no las cien que arrancaban los pícaros.

Curiosamente la educación, que juzga el bien y el mal, es más libre que la convención social. Educadamente corregimos, educadamente somos delicados, educadamente sabemos que la tapia tiene un acceso pero también sus límites para no causar destrozos.

Sin educación sólo habrá muros con espinos para que nadie pueda entrar en la intimidad ajena. Incomunicables, mudos seres humanos. Miedo de pensar, de hablar, de equivocarse... en definitiva... miedo de buscar la verdad y de volar con libertad.

Yo prefiero las tapias con agujeros.

frid

Friday, May 02, 2008

La tapia blanca.


Blanca... sí, blanca brillando al sol de agosto. Calurosa y cegadora... pero limpia. Promesa de colores.


Siempre que veo una tapia blanca me viene a la memoria eso de "sepulcros blanqueados". Se encala lo que se quiere bañar de limpieza pero que está sucio. La lepra en el medioevo se intentaba prevenir encalando paredes y techos. Así taparon maravillas. Tuvo sus ventajas... algunas de ellas, con esa pátina blanca, han sobrevivido siglos. Otras, sin embargo, fueron demolidas.


¿Qué valor tiene una tapia blanca?

Los grafiteros no la soportan. No dura una tapia blanca en ambiente urbano. Enseguida deben escribirla. Papel en blanco... en espera de una gran idea... no llega a su meta. Otros se adelantan.

Un monumento a la espera es un papel en blanco, una tapia impoluta. Se debería poner un letrero: "sólo usar para algo grande".

Dos de mayo. Tapias teñidas de rojo y sangre. Sí, ahí hicieron caso. El alzamiento de un pueblo se rubricó de modo heroico y único. Luego vinieron los excesos. La guerra es siempre una escalada de barbarie. Pero la invasión de los pueblos hace legítima la defensa. ¿Y la pasión de los pueblos, tiene freno? Pasiones que han teñido de rojo tantas tapias. ¿Paracuellos? ¿pelotones de fusilamiento en juicios sumarísimos?

¿Encalar esas tapias donde la pintura ha sido la sangre de héroes o canallas? Sangre humana, digna de mantenerse en el recuerdo... pero luego vendrán las lluvias, la ruina... y nadie se acordará de esos hombres y mujeres.

Holocausto, ahí son paredes grises en reductos cerrados. Recordamos y recordaremos. Y otro holocausto con paredes sonrosadas, vientres maternos en los que se hace el legrado. Pero siempre hay sangre humana escribiendo.

Hoy sigue siendo el blanco inmaculado un reclamo a la acción maligna de ensuciado.Primeras comuniones, trajes de novias... Hablan de amores eternos, deberíamos respetarlos.

¡Vivid con ellos, no dejéis que el maligno ensucie nunca esa blancura!Sólo en el campo hay ya tapias blancas de esperanza.

¡Ha sido tan cruel el empeño de enturbiarlo todo! ¡Es tan difícil evitar los odios!

Sin embargo... en mi casa, en tu casa... todavía, por dentro... habrá paredes blancas. Ese blanco es un reclamo de esperanza.

El mundo urbano necesita un despertar de tapias blancas, inmaculadas. Y sólo tu "blanca vida" puede ayudar de nuevo a pintarlas.

frid