Tuesday, December 19, 2006

Homenaje a Dickens. Un cuento de Navidad

Dickens debería volver a la vida y, como un fantasma, aparecersele a la cruela profesora de Málaga, esa que arrojó el Belén a la basura. Ella sería el nuevo personaje para ese cuento que acaba bien, porque es Navidad y los malos son tocados por la gracia, la gracia del Niño Dios, y se enternecen y se hacen humanos.

Entrañas no tenía el viejo del cuento, entrañas parece que no tiene la profesora malagueña y así podría comenzar nuestro cuento.



El invierno no acababa de llegar ese año, parece que el calor sofocaba más y más el ambiente y la tensión de los exámenes, evaluaciones, consejos escolares y demás reuniones y trámites que agobiaban a la señorita Cruela. Ella siempre tan eficiente, todos en su clase no se atrevían a rechistrar. ¿Felicidad? por qué, el mundo había sido cruel con ella y ahora esos niñatos, mocosos, mimaditos por su mamá no tendrían por qué venir tan alborotadores, además cantando esas melodías navideñas, villancicos infantiles. Además, a ella no le gustaba que le viniesen con rifas, escusas para sentir ternura en el corazón, rifas que decían que servían para proporcionar alimentos a los pobres del suburbio malagueño.



Si ya no hay pobres, si eso es mera escusa para que los niñatos se enternezcan. El mundo es cruel, díganselo a Cruela, solterona y ya dejando pasar la edad. Si a ella no la quería nadie, si ella había sufrido tantos desengaños en los experimentos del amor progresista es que el mal estaba ahí, era una realidad incuestionable. Ese Niño Jesús ¿qué va a hacer entre tantas pajas, bueyes y mulas? Y los pastores, panda de ignorantes en el mundo de la Informática. Los Reyes, los poderosos del mundo. Sólo Herodes, progresista, cuya voluntad era el poder valía la pena. Por dejar escapar a los Reyes Magos dejó pasar la oportunidad de silenciar todo este jaleo. Además tenía ya jaqueca de oir tanto bullicio infantil.

Pero encima, ese profesor insolente, ese joven y sonriente profesor de Religión, había hecho un concurso de cristmas navideños, y ¡un Belen! ¡Oh, no soporto la presencia de ese Niño! no sé que tiene que me exaspera...

La historia pasó a los medios de comunicación, la nación entera se alteró. Comunicados de entidades de profesores, cartas a los medios, incluso un Obispo intervino; pero mis tres o cuatro amigos, esos con los que procuro ser la última en irme porque despellejan al más pintado con sus lenguas viperinas, por una vez me aplaudieron.

Noche de Navidad, sóla está la profesora con su proeza. Las paredes desnudas, no hay lugar para una felicitación. De Cruela ya no se acuerda nadie. Ni jamones, ni botellas de champán, ni ningún tipo de regalos. Sus hermanos ni se atreven a llamar ese día por no oir sus quejas.

Se mira en el espejo y se ve dentro y dentro... seca y seca. Oh soledad que me miras ¿qué me dirás en este día? Se encuentra dentro del espejo con la realidad invertida. Se ve niña, muy niña. Iba con su mamá a ver los belenes del Mercado y le hacía una ilusión grande comprar una ovejita para el nacimiento familiar. Pero su mamá se había transformado, era otra señora, una Cruela, como ella pero más delgada y áspera, se le clavaban las uñas en su carne infantil. Lloraba. ¡No iban al mercado! donde Julio el frutero, le ofrecía siempre una mandarina. Iban al Hospicio donde la iban a abandonar porque habían decidido que viviera la soledad desde la infancia, el amargor y la falta de amor desde la edad de la ternura. Lloraba hasta que se despertó asustada. Ahí estaba la Cruela de todos los días con su tristeza a cuestas.


Cansada se sentó en la mesa camilla, para hacer sudoku tras sudoku en su soledad de todos los días. Los cuadros se transformaron en rejas. Se encontró con los ladrones para sufrir el suplicio de la Cruz, junto a ella un personaje sereno, inocente, con mirada de amor. Ya coronado de espinas le sonreía, a ella, a la que nadie quería. Él se ofreció para llevar la cruz de Cruela y dejarla ir por el mundo libre y confiada, amada y querida.

Gran desconcierto, esa cara le recordaba al Niño que tiró a la Basura. Cruela se miró en el espejo y vió una lágrima que le caía por la mejilla. En la lágrima vió un Pesebre, en el pesebre una Cuna, junto a la cuna a José y María. Y vió que ella vivía gracias a ese Niño, que se hacía ella para sufrir por ella.

Lágrimas de amor corrieron por las mejillas de Cruela. Y cambió. Es un cuento de Navidad y acaba bien.



En Enero era otra. Ya no la llamaban Cruela, se le acercaban los niños felices enseñándole los regalos del Niño Dios, de Papa Nöel, de los Reyes Magos y les sonreía. Le fueron mejor las cosas y la llamaron desde entonces Dulzura.

frid

Thursday, November 30, 2006

El amor y la locura.

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J.M.C. nos envía este cuento que circula por la Red. Lo he parado un momento para que lo leamos todos y que siga circulando.

El Amor y La Locura.



Cuentan que hace muchísimos años se reunieron algunos sentimientos y algunas cualidades del hombre. Cuando el Aburrimiento bostezaba por tercera vez, la Locura propuso: vamos a jugar a las escondidas.



La Intriga se levanto extrañada, y la Curiosidad, sin poder contenerse, pregunto: ¿A las escondidas? ¿Y eso como es?



“Es un juego en donde yo me tapo la cara y comienzo a contar, desde el uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden. Cuando termine de contar, los buscare hasta que los encuentre”, explico la Locura.



El Entusiasmo bailo de contento y la Alegría dio saltos que termino de convencer a la Duda, e incluso a la Indiferencia, a la que nunca le interesaba nada.



Pero no todos quisieron participar. La Verdad prefirió no esconderse. ¿Para que?, si al final siempre la hallaban.



La soberbia pensó que era un juego muy tonto. En el fondo lo que le molestaba era que la idea no había salido de ella. Y la Cobardía prefirió no arriesgarse.



La Locura rápidamente comenzó a contar.



La primera en esconderse fue la Pereza, que como siempre, se dejo caer en la primera piedra que encontró.



La Envidia se fue detrás del Triunfo, quien por su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol mas alto.



La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse. Cada sitio le parecía maravilloso para alguno de sus amigos



El lago cristalino para la Belleza.



La hendija de un árbol era perfecto para la Timidez.



Una ráfaga de viento le parecía magnifica para la Libertad.



Por fin después de pensar primero en todos, la Generosidad termino ocultándose en un rayito de sol.



El Egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio. Era ventilado, cómodo, pero solo para el.



La Mentira se escondió detrás del arco iris.



Y la Pasión y el Deseo, entre los volcanes.



Cuando la Locura ya casi terminaba de contar, el Amor aun no había encontrado un sitio para esconderse, pues todo estaba ocupado.



Hasta que al fin vio un rosal y decidió esconderse entre sus flores.



“¡Un millón!”, dijo la locura. Y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue la Pereza que estaba a solo tres pasos.



A la Pasión y el Deseo, los sintió en el vibrar de los volcanes.



En un descuido encontró la Envidia. Y claro también encontró al triunfo.



Al Egoísmo no tubo ni que buscarlo, pues el solito salio de su escondite que resulto ser un nido de avispas.



La Locura de tanto caminar sintió sed, y al acercarse al lago descubrió a la Belleza.



Encontrar a la duda fue mucho mas fácil. La encontró sentada aun sin poder decidir a donde se iba a esconder.



Así fue encontrando a todos



El Talento estaba entre la hierba fresca



La Angustia, en una oscura cueva.



La Mentira, detrás del arco iris.



Y hasta encontró el Olvido, que se había olvidado que estaba jugando a las escondidas.



Pero solo el Amor no aparecía por ningún lado.



La Locura busco detrás de cada árbol, bajo cada arroyo de la tierra, en las cimas de las montañas.



Y cuando estaba por darse por vencida, vio el rosal.



Tomo un pequeño palo y comenzó a mover las ramas. De pronto escucho un doloroso grito.



Las espinas habían herido los ojos del Amor.



La Locura no sabia que hacer para disculparse. Lloro, rogó, imploro, pidió perdón y hasta prometió acompañarlo siempre.



Desde entonces el Amor es ciego y la Locura siempre lo acompaña.



Por eso dicen que “amar es una locura, a menos de que se ame con locura”.

FIN

Cuento infantil: Un nuevo miembro en Nepal

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Cuento infantil: Un nuevo miembro en Nepal

Diego de Rivas nos presenta a su hija, Elisabeth, y quiere compartir con nosotros este cuento escrita por ella. Sin duda con un futuro prometedor. Sus padres pueden ayudarle a caminar, también en su manejo de la pluma.



Un nuevo miembro en Nepal






Vino al mundo en una fría mañana de marzo. El poblado donde tiene lugar esta historia se encuentra en el cuerno de África. Kelal se llama nuestra protagonista nacida en la tribu de los Nepal.



Era una niña morena con el pelo negro como el carbón. Sus ojos resaltaban de la cara con un color marrón oscuro tirando a negro.



Toda la tribu estaba muy contenta ya que Kelal era la primera niña nacida aquí, en la tierra de sus ancestros. Como de costumbre cuando nacía un nuevo miembro el poblado se preparaba para celebrar el carnaval Alegrín en el que todos los de la tribu bailaban alrededor de una hoguera cantando canciones. Mientras el gran jefe imploraba a los espíritus para que bendijesen a Kelal que, en brazos de su madre, se había quedado dormida.



Las vestimentas del carnaval eran muy especiales al vestir todos con un traje de seda marrón de tiras rojas y verdes. También portaban en sus manos unas maracas de colores muy vivos: Rojas, amarillas y verdes.



Los que más resaltaban en la fiesta eran el mismo jefe de la tribu y Kelal. El primero, también conocido como Pichu, se le distinguía a lo lejos por una corona de plumas de águila que cubría su cabellera y muchos, pero muchos, collares largos y grandes. Sin embargo Kelal vestía un traje blanco de seda y una guirnalda hecha por flores silvestres.



Llego la hora. Luca, la madre de nuestra protagonista, se quedó hablando con su hija según la tradición tribal. Y esta dice que el tiempo tope para que un recién nacido aprenda a hablar es de tres meses del alumbramiento. Para comprobarlo una vez pasado este tiempo se le somete a una prueba. Algo imposible para nosotros los que vivimos en los países ricos. Sin embargo aquí en este lugar de África esto es real. Por lo que Luca le estuvo hablando sin parar toda la noche, contándole cuentos y relatos sin parar.



Como Kelal era muy lista aprendió a hablar al segundo mes de su vida. Para Luca era un alivio ya que carecía de riesgo que su hija al mes siguiente no respondiese al cuestionario.



Llegó el día. Fue excitante y emocionante porque Kelal respondió bien a todas las preguntas y entendió todo a la perfección.



Elisabeth de Rivas

Colegiala de 11 años

Diálogo de un bebé


Un día antes de nacer,el bebé habló con Dios:

-“No sé qué voy a hacer al mundo“

Dios le respondió:

- “Te enviaré un ángel... que estará a tu lado.“

- “Pero, yo no entiendo su lenguaje“

- “El ángel te lo enseñará“

- “El te protegerá del mal“

- “Cómo sabré que estoy en la casa correcta?“
- “Tu ángel te lo dirá todo“

- “Y, ¿cómo se llama mi ángel?“

- “Su nombre no tiene importancia... ...pero tú le llamarás: MAMÁ

De la red.

Cuento: El Perfume de Navidad

EL PERFUME DE NAVIDAD







Había un pueblecito situado en lo alto de una montaña, en él habitaba un artesano humilde y sencillo, que elaboraba excelentes perfumes. Una noche cuando llego a casa, se puso junto a la ventana, como acostumbraba a hacerlo. Ese día vio reflejada en los cristales del ventanal la imagen de un ángel, el cual anunciaba:

- Ha nacido el Mesías Salvador, está en el portal de Belén.

El artesano quedó tan sorprendido que no supo reaccionar ante tan importante noticia. Pasó la noche en vela, pensando qué podía hacer él para alegrar al Niño recién nacido.

Al día siguiente, cuando fue a su taller decidió que preparar el mejor de sus perfumes le agradaría mucho a Jesús. Estuvo todo el día y toda la noche disponiéndolo. Aquel perfume estaba hecho con las mejores flores del mundo, y su olor era inédito. Pero lo importante de ese perfume no era que le hubiera costado mucho hacerlo, o que oliera bien o mal, o bien que estuviera hecho con las mejores flores. Su valor residía en que lo había hecho con esforzado cariño. Cuando el perfume ya estaba elaborado empezó a preparar sus cosas para el largo viaje que tenía que hacer.


El día diecinueve de diciembre partió de su pueblo, montado en su caballo Espirit, con la ilusión por equipaje. Espirit era un caballo alto y robusto, con un fuerte relinchar. El artesano sabía que el viaje era muy largo y pesado, debido al estado del camino que debía atravesar para salir del pueblecito en el que vivía. Pero confiaba en que Espirit pudiera recorrerlo sin problemas. Pensaba que cubrir tan larga distancia valía la pena. Durante aquel largo desplazamiento se detuvo en algunos países. El primero, fue el de las flores donde pudo recogerlas de diversos colores y olores, para el niño. Su segunda parada, fue en el país de las hadas donde le dijeron concretamente el paradero del Niño. Por tercera vez, se detuvo en el país del cine, allí le dejaron pasar la noche y pudo ver como empezaban a rodar una película sobre la Navidad. Le pidieron que cuando regresara se detuviera y les contara su experiencia. En aquella película Espirit actuaba como el caballo de la Sagrada Familia. Le dieron muy bien de comer, para que así pudieran llegar antes a Belén. Al día siguiente, llegaron a otro país habitado en su totalidad por pastores. Los pastores le entregaron unas ovejas como regalo para Jesús. Y por fin, llegaron a Belén donde encontraron al niño Jesús envuelto en pañales y reposado en un pesebre.



El artesano ofreció sus obsequios al Recién Nacido. Éste se despertó con una sonrisa de agradecimiento y le obsequió con una mirada de luminosidad penetrante. La Virgen se puso muy contenta y le pidió que cuando pasara por todos aquellos países llevase la bendición del Niño, en señal de gratitud.


En el regreso cumplió el encargo de la Virgen María. Cuando lo hizo en el país del cine, terminó de rodar la película. Aquella película tuvo mucho éxito. En ella se cuenta la historia que vivieron Espirit y el artesano en su viaje hacia Belén. Cuando regresaron a casa, el artesano estaba muy satisfecho porque todo el esfuerzo que había puesto había valido la pena. Desde aquel día fabricó los mejores perfumes como nunca se habían realizado. Su trabajo iba a alegrar a muchas personas como lo había hecho con Jesús. Éste desde el Portal le recompensará con la felicidad que produce el trabajo terminado con la perfección que el cariño puesto en él proporciona.



Leticia Aiguabella Isla

Saturday, August 26, 2006

Un móvil en el bus

Un móvil que alteró a todos los viajeros.

Comienzo como no puede ser de otro modo. Estoy en la parada del autobús. Aparece ufano el bus rojo, rapidillo, derrapando y, de pronto, se para ahí plantado ante mí, abre las puertas y, mientras escupe por atrás entro por alante. Y ahí estoy, por una vez bien sentadico en el autobús junto a un gachó con cara de ejecutivo, con corbata, cartera y todo.

Digo todo porque, enseguida, sin previo aviso, suena el himno del Barça en el bolsillo del ejecutivo, se pone coloradote, el bichejo sonoro le delata como un culé en pleno Madrid. Eso sería muy fuerte, el hecho es que en Zaragoza la cosa no es para tanto, o sea que no se pone rojo, agarra el móvil y comienza a radiar.

Parece que López le ha hecho una pero que muy buena. El asunto se pone interesante. Menudo coraje. Si estuviese aquí ese López se iría reduciendo de tamaño sin necesidad de que lo tratase un jíbaro. Qué bárbaro.

Enseguida se monta un foro de opinión. La mitad más o menos está con el ejecutivo, porque vayamos a ver, qué caradura la de López, no esperarle al desayuno un día como éste, además lloviendo. Con lo delgado que está el personaje qué menos que darle el almuerzo a cucharadas.

La otra mitad tomamos partido por el tal López. Así cualquiera, ojos que no ven... corazón que no siente. Mira que si estuviese delante. Es un aprovechado, mirad el valiente: desde el móvil no arriesga nada.

La cosa se anima. Empiezan los diálogos cruzados y las frases algo subiditas de tono. Protesta el ejecutivo. ¡Que no me dejan ustedes trabajar! ¡Que bajen el tono de voz, no ven que me la estoy jugando con esta llamada! Que estamos cerrando una operación.

El conductor interviene pausado pero ya canso: Señores, miren llevamos media hora parados. Hemos llegado al final del trayecto. ¿Por qué no bajan ustedes y siguen “su tertulia” en la calle que es más grande? Que debo seguir mi faena y están esperando a entrar.

Ahora es el conductor el que se lleva el chorreo. ¿No podía haber avisado las paradas anteriores? ¡Qué hago en el Pinar de Venecia si quería ir al Parque Pignatelli! Vamos a ver, ¿dónde está el libro de quejas?

El ejecutivo pide de nuevo silencio y... ya no podemos más. A alguien se le escapa un guantazo. Corrido baja el señor del móvil. Corridos bajamos los demás para volver a coger el autobús hacia abajo aguantando el mal genio acumulado. Placamos al ejecutivo para que no suba y lo dejamos en tierra. Prohibimos los móviles. Sigue el trayecto.

frid

De pronto... un móvil suena. Rápidamente una mano anónima lo coge, nos mira. Ve nuestro careto y lo cuelga. Uf, espero que en esta vuelta lleguemos al destino sin bronca mañanera y es que cada día la vida es más violenta.

frid

Wednesday, August 16, 2006

Historia de una taza de café


Saltarina, arrojose recien servida sobre el pantalón blanco de aquel indiano, dejando la marca indiscutible de una mancha de café.

Ya apuntaba maneras la taza recien estrenada y ahí con un especial brillo se almacenaba todos los días en la alacena del bar que le dió la acogida.

No sabía el pobre propietario que había adquirido una taza tan traviesa. Normalmente ante pantalones obscuros y faldas serias la taza, picarona, mantenía la compostura... esperaba con atención la ocasión propicia... y era entonces cuando mostraba sus habilidades recien adquiridas.

Su especialidad era el salpicado de la cucharilla sobre la camisa blanca, aunque a veces hacía el doble salto mortal con tirabuzón incluido para terminar entre las piernas de alguna inocente dama con la falda blanca. Eso sí buscaba una buena causa... estaban los jóvenes sin saber qué decirse... muy sosetes y entonces ¡allá voy! se lanzaba sobre el más apocado de los dos para que comenzara el diálogo.

Solía acabar bien el asunto, pero nunca era invitada a la boda, ni siquiera recordada. Era traviesa pero sabía muy bien lo que hacía... un buen accidente doméstico y se rompía el hielo.

Después, muy arrepentida, pasaba el resto del año sin hacer aspavientos, todo callada, escondiendo su brillo malicioso... y es que era una taza sabia, de esas que saben que la vida, sin anécdotas, no es apenas vida.

Sunday, July 16, 2006

Mis recuerdos de huevo.

Cuentos desde mi pecera:

Mis recuerdos de huevo.

Ayer estaban sentados mamá y papá humanos junto a la mesilla, puesto el ventilador, y abierta la ventana para aprovechar la brisa de la noche. Es verano, los niños están dormidos y están pasando un momento hablando de sus cosas tranquilos.

A mí, al principio, la luz me ha despertado, he mirado lo que pasa, pero mamá me ha echado unos gusanitos de los que me gustan y me he quedado tranquilo. Bueno, he cogido los que he podido, porque el loco carpín ha ido más deprisa, negrito ha llegado tarde porque, como siempre, andaba trazando planos.

Ya más tranquilos nos hemos puesto a ver y oír, desde nuestra pecera. Éramos seis ojos grandes fijos en dos humanos grandes que charlaban.

Como quien no quiere la cosa, la mamá ha hablado de fulanita, que tenía dudas de abortar el niño, que mamá le había animado, le había puesto delante uno de sus críos más pequeños y le había dicho: mira, ¿verdad que es majico? Pero el que más ha colaborado es Perico que, al saberse mirado ha soltado esa sonrisa que emboba a todas las madres y, no se lo digas a nadie, también a todos los peces. Y ganó la batalla de la vida, según decían.

Yo me he quedado pensando, como piensan los peces, con burbujas especiales llenas de recuerdos. Y así las leen mis compañeros de pecera. Y recordaba que cuando fui huevo me llevaban, por turnos, mamá y papá en su boca, que se había ensanchado porque éramos unos cuantos ojos en una especie de pecera individual y apretada.

Lo veíamos todo, pero íbamos rodando unos contra otros. De vez en cuando los papás nos soltaban para airearnos. Era entonces cuando el que no estaba de turno nos miraba con esos ojos tan grandes, más grandes que todos nosotros. Luego nos recogían y volvían a pasear. De vez en cuando pasaba un susto grande ¿me van a olvidar?, ¿no entraré en la boca de mi papá? Pero cuando eso pasaba, la mamá con su morro nos ayudaba a entrar.

Pensé en los huevos de hombre, cómo deberían mirar si tuviesen la mala suerte de no ser deseados, como estuvo a punto de pasar con esa amiga de mi dueña. Qué alegría que acabase bien. Porque yo sé lo que es sentir la angustia de que te puedan olvidar, así como los miedos de mis papás; porque por ahí merodeaba la carpa grande relamiéndose los morros y mirando por si nos podía atrapar.

Que alguna familia de peces menos diligente tuvo reducida la puesta por culpa de un descuido o de un empujón fatal.

Tengo otros muchos recuerdos divertidos de huevo, sólo os diré que los días tranquilos les gustaba a mis papis ir donde había una ligera corriente, se ponía uno arriba y otro abajo, uno nos soltaba hechos una piña, una bola de gelatina, y aireados y frescos llegábamos a la boca del papá o de la mamá. No había peligro, la corriente era suave y controlada. Y, nosotros, girábamos y girábamos con nuestros ojos de pez en nuestra cáscara de huevo. ¡Cómo reíamos entonces! No deseábamos en absoluto eclosionar.

frid

La seguridad de la pecera.

Cuentos desde mi pecera:

La seguridad de la pecera:

Ayer vinieron mis señoritos a ver la televisión donde se encuentra mi pecera. Decían que iban a ver un documental.

De hecho a mí, por un momento, me pareció que habían dado la luz a una gran pecera, con seres como ellos pero pequeñitos, y que se dedicaban a matarse unos a otros. Recordé que, cuando yo era pequeño, y no lucía tan grande peluquín rojo, mi papá y mi mamá me decían que no me alejase de la cueva que habían hecho con unos guijarros del río Amarillo. Porque, yo no os lo había dicho, pero me diferencio de carpín y de negrito en que nací libre, no en cautividad.

Pues a alguno de mis múltiples hermanos se los llevó en sus fauces una carpa grande y feroz. Yo siempre anduve más espabilado y, cuando sentía la corriente de agua que anunciaba un pez grande me iba rápido a mi refugio.

No pensé que hay peceras tan inseguras como el mundo exterior. Porque lo que vi, en ese rato, fueron varios asesinatos, incendios, choques de coches y esas cosas de las que les gusta ver a los humanos. Lo que me asombra, como pez, es que lo hacen porque sí; pues la carpa grandota me confesaba, yo bien lejos y en mi cueva, que ella no lo haría pero que el hambre le impelía a devorarnos, que esa era la ley de la naturaleza.

Lo que veía en la pecera iluminada no tiene nada que ver con el mundo de los peces. No hay unas reglas claras. Mis hermanos que no sobrevivieron pasaron a ser carne de carpa, la carpa a ser carne de siluro, el siluro de tiburón y el tiburón de orca. Y, la orca que se moría comenzaba la rueda con los cangrejos voraces que la limpiaban en un plis plas.

Lo que no entiendo, con mi escasa inteligencia de pez es qué sacan en claro de ese culto a la pecera iluminada, si siguiesen los ejemplos de lo que ven, mi vida aquí sería un infierno y la suya una pelea continua. Yo me pregunto también si no podrían cambiar esa pecera por otra con seres humanos pequeñitos más educados, por ejemplo como ellos, como mis dueños: amantes de su mujer, cariñosos con sus hijos, amables con sus vecinos, atentos con sus familiares.

Quizá haya tenido yo la suerte de haber caído en el único hogar en el que la gente se comporta como un humano debe comportarse, no en vano me dicen mis genes que es el rey del mundo creado. ¿Será que ven lo que ven en la tele, que así llaman a esa pecera, porque fuera de su mundo todos los demás se han vuelto locos? ¿Cuesta tanto encontrar canales donde se muestren personas como mis dueños? Quizá ellos no lo saben, pero si les grabasen a ellos y los demás los viesen, puede que el mundo de los humanos mejorase enormemente.

Porque de mis dueños no tengo queja, no se dedican a hacer lo que ven en la pecera iluminada; son amables, me atienden a su debido tiempo y se tratan de modo amable.

frid

La inauguración.

Cuento:

Llega la hora, los nervios a flor de piel; el Alcalde llama agitado por su móvil, el jefe de gabinete también llama, la secretaria lo mismo, y el bedel –contagiado- llama también a la Puri, su mujer.

Los teléfonos móviles suenan, los concejales se levantan y llaman, los jefes de servicio municipales también llaman, las secretarias lo mismo, y los bedeles hablan con su Carla, Mary, Consuelo, y una bedel con su Antonio.

Se ponen en marcha, entran en el garaje teléfono en mano, los vehículos rugen, se empujan por salir los primeros. Los conductores se bloquean, pero el primero que sale es el del Alcalde, con el Alcalde, por supuesto, que otros no hacen lo mismo con los concejales y técnicos de turno. Y eso es así porque el chofer es tío segundo de nuestro gran Alonso, el asturiano.

Los semáforos hacen sus jugadas, alguno queda rezagado. Llamadas de móviles a la policía municipal, los semáforos se bloquean, los guripas se llaman por el móvil para coordinarse. Las calles se llenan de coches, el tráfico se paraliza en todas las vías.

La gente espera paciente, luego llaman a casa, la Puri o el Antonio se enteran de que el atasco hoy es especial.

La comitiva se acerca. Últimos avisos, los móviles vuelven a sonar. Sale el Alcalde móvil en mano, salen los concejales, salen los jefes de los servicios municipales, todos se dispersan por la explanada, todos con su móvil diferente, suenan melodías para todos los gustos.

La multitud se asombra, la multitud aplaude: ¡qué entusiasmo, qué baile de móviles se luce, qué creatividad la del Alcalde! La oposición pierde baza en el asombro inicial.

La comitiva se mira y se dan cuenta de que se están hablando entre sí por los móviles cuando se pueden ver el careto. Se apagan casi todos los móviles y empieza la procesión hacia la cinta y el gran botón verde.

El Alcalde pulsa el botón: queda inaugurado el sistema de Control Automático de Ordenación Semafórica, el CAOS. El programa se inicia con los datos de partida de la ciudad colapsada. El sistema se colapsa. El humo empieza a salir.

La comitiva, antes de que pasen mayores, se marcha. Los móviles vuelven a sonar. El tráfico está imposible. Esta vez se vuelven andando.

Desde el cielo, la ciudad queda llena de coches, sin huecos en la calzada. La gente se marcha andando a su casa. Y, es que no hay Metro.

Desde ese día la vida es mas sana. Todos van andando a todas partes, el móvil es desterrado y el musgo y la hierba empiezan a crecer en los capós de los vehículos dando una patina de antigüedad a la vía urbana.

Friday, July 14, 2006

Un coche y una furgoneta. Flechazo.

Historia de un coche ligón:
Cuento


Ellos se vieron al saludar a la Virgen, pero no se dieron importancia, eran uno más entre todos los zaragozanos que bajaban al Pilar.

En el aparcamiento la furgoneta azul dio marcha atrás y golpeó el Audi rojo del chaval.

Salieron los dos a papelear. Intercambiaron direcciones y teléfonos para arreglar los papeles del seguro.

Mientras el coche y la furgoneta se pusieron a cuchichear, debieron de gustarse de verdad.

Ella en casa despotricaba diciendo que había tenido una colisión con un bobo.

El a los amigos: las chicas no saben conducir.

Acabaron los papeles y, parecía que la cosa no iba a más.

Coche y furgoneta se encontraron, y el Audi guiñó un faro, se movió solo e hizo un ligero arañazo a la furgoneta.

Volvieron a salir, retomaron los teléfonos y se dijeron que no necesitaban intermediario, que eso lo iban a arreglar juntos en el seguro.

Ella en casa: ese chaval es algo bobalicón, pero mira, en otras cosas parece majico.

El a los amigos: menuda moza, es la segunda vez que nos topamos. No quiero ni verla. Bueno, hemos quedado mañana para hablar del seguro. Se va a enterar.

En ese momento el Audi levantó bien los faros asombrado ¿qué estoy haciendo mal?

Ella se puso elegante, él incluso se peinó algo. Pensaban: de esta, est@ se entera. ¿pensaban?

El asunto parece que requería cafés, cafés, cafés, cervezas, cines, paseos, visitas al Pilar.

Realmente era difícil resolver los papeles de la colisión, tan suave, entre Audi y furgoneta.

Ella en casa: mamá, ese mozo es ingeniero y sabe un montón, pero no entiende nada de seguros.

El a los amigos: algo me pasa, que no acabo de explicarme bien, y eso que parece espabilada.

Ya de ahí no pasó mucho tiempo. Audi y furgoneta orgullosos se miraban.

Pocos años después, salían de la furgoneta con un cochecito, alrededor algún que otro pequeñajo, iban al Pilar, pero en esta ocasión los que chocaban eran los enanos que querían montarse también en el coche del, por ahora, rey de la casa.

Y resulta que ella siempre había entendido. Y él ahora sabía que a veces ser ingeniero no es lo más importante. Que un ignorante a tiempo tiene más suerte que un sabio pedante.

Y la madre ya lo esperaba; y los amigos siempre se sonreían diciendo que "lo habían cazado".

Pero los que lo sabían de antes eran el Audi rojo y la Furgoneta azul que sintieron un flechazo al verse cercanos en el mismo parquing.

Frid

Tuesday, May 16, 2006

El pez cagón



Qué os voy a decir que no sepáis... nuestra casa es coqueta pero pequeñita... permite a carpín ir de acá para allá trazando nuevos mapas... pues la fisonomía de nuestro mundo cambia continuamente... según la decoración que nos sumerjan.


De hecho, Carpín va dibujando en un cuaderno mapas uno tras otro... anotando la evolución de los corales, de los arrecifes, de las cuevas... del lugar donde se encuentra el baúl del tesoro... y está tramando una teoría muy especial... con poca base todavía... que denomina "la deriva de los corales"... no sé que cosas habrá leido... porque derivar poco se puede en un recinto peceril.

Volviendo al hilo del asunto... el otro día vinieron unos amigos... un grupete simpático y parlanchín, de dos patas... que nos miraron con sus grandes ojos... y uno de ellos... me acuerdo muy bien... es como si lo estuviese viendo... comentó algo sobre que nos traería compañía... y así lo hizo. En una bolsa de plástico transparente se veía distorsionada la imagen de un bichejo parecido a carpín, pero sin tanta gracia... debe de ser una carpa vulgaris... y plof... acá nos la dejó sin previo aviso.

No exagero si digo que la pecera subió de nivel unos centímetros... nos calló encima un elemento algo basto... una carpa de charca diría yo... que apenas nos hizo caso.

Negrín se escondió entre las sombras por si acaso... carpín pensó que era él pero inflado como un globo... y esperaba que, en cualquier momento ese extraño estallase dejando restos por toda la pecera... lo cierto es que sí estalló... y con algo bien grande... y nos enturbió la pecera... nunca había visto algo de ese tamaño... nuestro recinto dejó de ser el ideal de transparencia y pulcritud.
Y, en la niebla, todos los gatos son pardos... creo que negrín se escaqueó hasta nuevo aviso y Carpín ni con gafas podía ahora elaborar sus mapas del territorio... ponía correcciones continuas en zonas antes claras y diáfanas: "lugar de la niebla"... "niebla persistente"... "oscuridad más de lo razonable"... "cueva de los fangos".

Yo pensaba que esto iba a acabar mal... pero para mi gran alivio... al poco tiempo... otra mano, esta vez más equilibrada... trajo un pequeño redeño, un tarro de agua y nos retiró al pez cagón... nos aclaró el agua... y no pasó más que un disgusto.

Dicen las leyendas que el carpón grande y sucio fue devuelto a su charca... que allí habla... mira qué injusto... de una cautividad agobiante con un trio de finolis.

Sunday, May 07, 2006

Cuentos desde mi pecera. .



Aquí comienza mi historia




Soy el rey de la pecera... ¿cómo me definiría?... soy un pez no muy grande, mas bien pequeño... no renacuajo... que los he visto de ¡cada tamaño!... diríamos que mi tamaño es de una pequeñez moderada. Mi pinta es elegante, algo gordete, pálido, como un aristócrata a la antigua usanza... a contraluz pueden verse mis tripas con cierta facilidad... lo que me da un poco de vergüenza. Pero de lo que estoy más orgulloso es de mi tupé rojo... un magnífico tupé denso, sin ninguna calva, bien lucido que asusta al enemigo y alegra a las que tiene que alegrar.

Tengo dos compañeros de pecera, un pez negro... no soy racista, con ojos grandes, como de continuo asombro, que me sigue a todas partes y he nombrado mi asesor.

Además comparte mi espacio mojado un carpín rojo muy inquieto... que va de acá para allá investigando. A este le he nombrado explorador... le he hablado largo y tendido de quién era Colón y le he encomendado la tarea de hacer un mapa fidedigno de mi imperio... no sé si se habrá enterado de mucho porque mientras se lo explicaba, iba de acá para allá... y menos mal que le dejé de seguir con la vista porque me estaba pareciendo que iba a caerme como una peonza mareada.

Por las mañanas, a eso de las diez, vienen todos los días a cambiarnos el agua... que está bien limpia... como si la hubiesen lavado con esmero. La operación la realizan dos mocetas muy educadas. Primero vemos dos pares de ojos grandes... inmensos... en los que cabría toda la pecera... pero no nos dan miedo.

Somos pequeños pero sabemos distinguir un par de ojos de otros... los de los tiburones son rasgados y maliciosos... sí, también los chinos tienen los ojos algo rasgados pero su rasgado es diferente... eso daría lugar a una lección sobre tipos de ojos. Pero lo que no engaña es un par de ojos grandes cariñosos... nos llevan en palmitas... nos meten en un bote decorado con pececitos de colores mientras en un plisplas hacen la operación y quedamos como niños con zapatos nuevos.

Es en ese momento cuanto más loquillo se vuelve carpín... gira y gira, y hasta da pequeños saltitos fuera del agua como para mostrar su agradecimiento. Siempre consigue alguna sonrisa y una miga extra de pan... el muy zalamero.

Por hoy os dejo... y hasta pronto.