Thursday, April 30, 2009

Sinfonía en Do de Don

 
 
 
Es emocionante leer ese "poesía eres tú" y captar la mirada de la amada. Dos ventanas se abren y se entregan. La mente vuela desde el mirar y sueña.
 
A veces ante el Sagrario, donde los cristianos sabemos que está Dios, también miramos. Y ¿nos atreveríamos a decir "poesía eres Tú? " porque ¡qué mirar penetrante, amoroso y eterno! y su ventana, ¡qué ventana!
 
Los ojos de Dios, ¡quién cantase a los ojos de Dios!, ojos que para que pudiéramos verlos se hicieron muy pequeños, tan pequeños que fueron ojos de niño, y también ojos de feto. Ojos que miraban a través del velo de entrañas virginales. Ojos que antes fueron una sola célula que ya gritaba de amor a los humanos.
 
"Poesía eres tú", que te hiciste tan pequeño para que mis ojos y los tuyos se mirasen.
 
Y tus ojos tienen una sinfonía distinta, sinfonía en Do de Don, para cada par de ojos de la amada, ese alma a la que engalanas con perdones infinitos y dones inauditos.
 
 
Y dices ¿donde mi amada para contemplarte? Y ves que ojos no formados te miran desde el cielo porque nacer no les dejaron.
 
"Estamos aquí, esperando aquel momento en el que volvamos, sin truncarse, a unirnos al barro de la tierra".
 
"No pudimos mirarte y rezarte el poema de la vida".
 
Y Tú con tu sinfonía del Do les darás "ojos interiores", ojos sin malicia que podrán mirarte y expresarte el poema del mirar embelesado.
 
Y dices ¿donde mi amada, por qué te ocultaste? Y ahí estamos todos desnudos de belleza, esperando que nos mire y nos revista.
 
Y ¿esos que se ocultan tanto? por qué no vienen. Son los que impidieron que los ojos de los niños no nacidos le mirasen.
 
También tengo un traje de oro y plata, tejido por las lágrimas del dolor arrepentido para ellos.
 
Y es que en tus ojos, sinfonía en Do de Don, ¿quién hay que desespere de mirarte?
 
Hay lágrimas en esos ojos, porque hay almas amadas que se niegan a mirarlos.
 
frid

Wednesday, April 29, 2009

Poetas en Mi Mayor

 
 
Hubo un tiempo, el de los juglares, en los que el poeta cantaba la belleza de la amada, una amada que habitaba en el castillo inaccesible de su recato y que exigía en el caballero la realización de inacabables hazañas que le hacían virtuoso, mostraban su lealtad, su generosidad y su grandeza de ánimo. El poeta cantaba la armonía entre el Bien y la Belleza.
 
El Cantar de los Catares es el mejor poema de Amor jamás escrito. La entrega es completa, para siempre. El perdón aletea y purifica a la amada que sólo encuentra su reposo en el amado. El alma se ve reflejada en su caminar terreno hacia la fuente de aguas vivas. Y ese caminar hace feliz y virtuoso al que vive esa borrachera de amor.
 
 
San Juan de la Cruz, San Francisco y otros captan en la Naturaleza la voz amorosa de Dios, al pastor de los silbos amorosos, al Señor a quien sirve el hermano Lobo o la hermana Luna. Y en esa entrega, vaciados de sí mismos, encuentran en su ser la Belleza y la Bondad de Dios.
 
Un poeta del alma encontraría en Susan Boyle una especial belleza, la de un alma generosa, además de una voz prodigiosa que ha cautivado a millones de internautas.
 
Pero algo se ha roto en la poesía. Los moldes ¿lo eran? han sido rotos. Se canta al sentimiento. Se canta al amor propio, a lo que a mí me hacen sentir las cosas y las personas, a lo que a mí me apetece, a lo que yo necesito, a mi dolor infinito, a mi rebelión, a mi orgullo herido, a la injusticia que sufro, o sencillamente, se canta lo que "me sale" y eso, lo mío, es bello porque así lo siento.
 
Ahora "lo mío es hermoso". El objeto de amor soy Yo. La creación se manifiesta para mi uso, mi disfrute. Ahora soy el Astro Sol, ya no hay hermano Sol o hermana Luna... hay siervo Sol, sierva Luna, persona utilizada o manipulada, amor mientras se siente y se disfruta.
 
Bellos sentimientos, sí... pero que se abandonan cuando se dejan de sentir, aunque lo que se abandone sea a "mi amada del cantar", "a mi esposa", o "a mis  hijos" en la Inclusa o en la muerte prematura de la píldora o del aborto.
 
¿Poesía con nota musical de Mi mayor?
 
Más bien sentimiento hueco, estéril y cruel. ¿Hacemos poesía de la monstruosidad? ¿Nos eleva la poesía al mundo de las musas o nos rebaja al sentir de los limacos?
 
Poesía eres tú, como dice Becker, poesía es el otro, poesía es Dios, poesía es aquello que me hace sentir, que me hace vivir, que me hace soñar, que me ilumina. Y yo, ante aquello que admiro, estallo en palabras de gozo, de dolor, de amor.
 
No, poesía no soy yo, no es mi sentimiento, no es mi "Mi mayor" sino el "Tú Mayúsculo"
 
frid

Wednesday, April 01, 2009

Ataque aéreo





Aquella solitaria paloma es la que comenzó la guerra. Su pasión, al mediodía descargar en la calle San Andrés, pasase quien pasase, sin mirar siquiera, con esa soltura y falta de pudor que es propia de la infancia, pero sin una mamá que le dijese: "niña, eso no se hace".

Vestidos de "Prada", abrigos recién sacados el tinte, sombreros, incluso alguna calva eran las víctimas diarias de esa paloma solitaria.

Era una única paloma pero grandes sus destrozos. Y algún insolidario, algún intolerante, agotó su paciencia y apuntó. Sí, apuntó desde una ventana de la calle y de un disparo certero atravesó a la inocente paloma de parte a parte. Último vuelo, hacia abajo. La paloma mordió el polvo de la calle.

Por ahí había una pareja de palomos merodeando detrás de la señora "loca", la que con su cesta llena de migas de pan, alimentaba a miles y miles de palomas.

La paloma destripada había caído sobre el duro asfalto a la vista de la "loca" y de los palomos revoltosos. Menudo susto: ¡una inocente víctima de su incontinencia! Nadie le dio la alternativa de una educación esmerada. Irritación en el palomar. "Loca", palomos y palomas idearon tomar venganza.

Aquel día parecía un día normal de primavera. Los ronroneos de las palomas, eso sí, parecían más intensos, los transeúntes de las calles colindantes, sus niños juguetones, todos inocentes, disfrutaban del sol, de la ligera brisa, del tiempo que llenaba de vida los pulmones.



Sonó un crac, un ligero crac, y miles de crac despedidos por el aire. Guano a cientos, miles de palomas en vuelo rasante y, acabose por un momento la alegre primavera. Niños, madres, padres, el heladero, el barrendero, todos, condecorados por las plastas volanderas.

Silencio. ¿Donde está la loca? Motín, perdigones despedidos a los cielos con poco efecto pues el palomar entero gozaba de la ventaja del dominio de los cielos.

Desiertas se quedaron las calles. Victoria de los pájaros guerreros. ¿Tregua? ¿Negociaciones? ¿Bandos municipales del Alcalde reordenando los espacios?

Los niños desconsolados, ellos que siempre han jugado a cazar palomas pero que nunca han dado el último paso atrapando al pájaro volandero.

Y empezó la guerra. Hubo lazos y trampas que atraparon a cientos de palomas callejeras, multas a la loca por cebar el palomar, requisa de escopetas, cristales rotos, trajes en el tinte, plastas volanderas arrojadas desde el cielo a alguaciles. Una guerra que hizo que las aves más sensatas emigrasen y que el hombre pensase que había ganado la partida.

¿Se logró la paz? ¿Donde la loca? Algunos dicen que volverá con su carro de migas a regar las calles y cebar palomas. Pero mientras la calma en la ciudad, los niños en sus juegos, y alguna paloma suelta parece aceptar el juego del infantil correteo.

Pero la paz no es la tregua de la guerra. La paz es la concordia, la delimitación de espacios, la cesión mutua, los intereses moderados. Y lo que se vivía era la tregua entre guerras, era un intervalo entre batallas.



Comenzó un día, un día espléndido en el bullir de la primavera. Un rumor. En los campos algo pasa. Sembrados blanquecinos por el guano, campesinos que hablan en susurros, ¡Oh! el miedo está latente en la calma de la espera.

El pulso acelerado, la boca seca, la sed sin saciar con el agua de la fuente. La mirada hacia lo lejos. "Vuelven". Pero por ahora sólo sol, juegos infantiles, vida en las calles y, sin embargo, el hablar se vuelve silencioso, se susurra. La impresión indefinida acrecienta las angustias que, por no saber razones, se guardan en el silencio de las almas.

Una sombra en el sol. No, no es una nube de tormenta. Ya pasó. El sol sonríe. Otra sombra, dura más. Y otra que aún algo más dura. ¿Un eclipse? Sombras raras como de pájaros se recortan en el suelo. Triste se torna el día. La luz se oculta. Eclosiona algo y el ronroneo por miles, por millones. Una pasada, otra. ¡Guano a ríos, guano a mares!

Un rayo de sol se asoma, ahora otro... luego el sol retorna. Blancas las calles, blancas las farolas y tejados.

Silencio, un niño llora y estalla en llantos la ciudad entera.

Venganza de palomas. ¿Su victoria?

Bando del Alcalde, emergencia de basuras, daños y orgullos, muchos orgullos vencidos por palomas. Miedo que flota en el aire. ¿Volverán las aves? Así, desde entonces, ese día de mayo es temido. En la plaza un recuerdo del año en el que el cielo llovió guano y las aves mostraron su poderío.

Suena un timbre, el ring se hace más intenso, una mirada de soslayo, la mano torpe enciende la luz a tientas después de tirar al suelo el despertador que le atormenta. En la ventana se oye el runruneo de dos palomas. Juan se alza perezoso de la cama, mira asustado el cielo, el sol se asoma, en la plaza dos niños juegan a perseguir a las palomas. La loca baja por la calle de San Andrés con el carro de la compra y sus migas, las de todos los días. El vecino se queja de que ayer le cagó una paloma y pregunta al del Estanco si tiene una escopeta de perdigones y se la presta. Se bromea. Pasa el camión de la basura, recogen con su pala una paloma muerta y Juan siente que su cuerpo se estremece y tiembla.

frid