Thursday, May 21, 2009

El asalto

 
 
 
Al sol, la calle desierta. Prisas por llegar a las sombras. Adelanto del verano. Ahora los fanáticos del cambio climático harían su agosto.
 
Paradas de bus con sus marquesinas acristaladas, protectoras de lluvia y viento, aún así apenas algún sufrido peatón esperaba en ellas.
 
Termómetro subiendo. Despedida definitiva del invierno y un toque prematuro de verano. Malestar pensando que el calor ya no es calor, sino calor manipulable. Aumenta la temperatura del planeta, ¡¡salvadlo!! según el dictado de los clérigos de la nueva religión ecologista.
 
Pero calor, calor intenso como todos los años cuando se acerca el verano y el viento se ausenta.
 
Las cortas sombras plagadas de árboles humanos, quietos, a la espera, atentos al asfalto.
 
Uno no se habría percatado que siguen estando todos, pero más quietos, más agrupados en las escasas sombras del medio día.
 
Al acecho, los ojos inquietos, ocultos a la luz, salvando el pellejo y disfrutando, en primavera, del frescor todavía de las sombras.
 
Se acerca el bus, descarga ante una parada que, de pronto, comienza a llenarse. Los ensombrados, por arte de magia, se mueven, reviven, asaltan el bus que parte lleno donde quedó vacío.
 
La calle vuelve a su silencio. Nuevos árboles humanos se ensombran la espera.
 
Hoy la calle mantiene su soledad aparente con asaltos esporádicos al acercarse otro bus a la parada.
 
frid

Monday, May 18, 2009

Ventisca

 
 
El caminante siente el golpear de la nieve sobre su rostro curtido. La carga que llevan es seguridad en la aldea. El grupo intercambia la cabecera para abrirse el camino. Un pensamiento lanza hacia el cielo.
 
 
Seguridad e la aldea. Juegos de niños. La madre capta al vuelo un mensaje que intuye, pero no tiene tiempo y mira. El niño se balancea, son sus primeros pasos, torpes pasos, sonrisa y caída. La cara risueña y un nuevo intento. Esta vez logra que sus manitas se aferren a la madre que, con esos juegos, parece que olvida el viento que grita.
 
Allá en el valle ya es primavera. Si bien todavía la nieve cubre las cimas. Las flores se mecen mostrando sus vivos colores tentando al panal para que vuelen a ellas. Abejas que intentan llegar a las flores, liban y vuelven con carga que sueñan en ceras y miel.
 
Las copas del árbol arrullan el nido. Las crías reclaman atención de sus padres que llevan en el pico algunas lombrices. Viento ligero en el bosque que hace trabajosos los vuelos. Pero ante la vida los padres se esfuerzan y llevan a picos hambrientos seguro alimento.
 
Los buitres remontan el vuelo buscando carroña. Aunque su aspecto no agrade y su olor espante,  su instinto les dice que sus pollos esperan el retorno de un largo camino de vuelta al roquedo.
 
El caminante fija en la madre su idea. No importa que el viento azote su cara. El paso está cerca, se nota con fuerza el ulular del viento que acaba vencido cuando el grupo supera el puerto y se adentra en el valle.
 
Vencida la ventisca, la tierra se calma. El sol reclama su espacio. La vida canta en el agua que corre bulliciosa hacia el valle.
 
La aldea en la mente, la madre, el niño... el amor y la entrega y eso, ¡para siempre! porque hay vida y esperanza con la misión del viaje cumplida.
 
frid