Thursday, January 07, 2010

Nisha: Un cuento de Navidad


Este cuento es de otro, me lo han contado y, aunque quizá invente algo, el fondo y la trama merecen que se respete.


Es la "historia de Nisha", o mejor, es un fragmento de su vida. ¿Qué será ahora de ese niño?


Rusia, un orfanato.


Ha caído el muro de Berlín, se desmorona el comunismo y se abre Rusia a una esperanza de tiempos mejores. ¿Libertad? La fe en ese país ha sido tarea de abuelos, quizá la historia podría ser la del abuelo de Nisha contando relatos navideños. Pero Nisha no tiene abuelo, no tiene ni padres, está solo. ¿Sólo? No, vive con otros niños en un orfanato. Y ha llegado la Navidad.


Un pope sube al colegio invitado por los que gestionan la entidad. Ahí sí hace frío, las huellas del anciano, porque es anciano, se marcan en la nieve, dejan señal, una señal de entrega, porque vale la pena contar a esos niños, ¡por primera vez! una Historia de Navidad. ¿Qué habrán escuchado esos niños en un país empecinado en erradicar a Dios de los corazones?


Los niños saben que el día es algo grandioso, es una Fiesta, pero la sorpresa que tienen preparada los cuidadores es la visita del anciano que cautiva a los niños por sus ojos llenos de emoción, por su barba de nieve, por su gorro y vestimenta hasta ahora nunca vista.


Y el pope cuenta... cuenta la Historia que todos nosotros rememoramos en Navidad. Los niños quedan embelesados, algunos incluso dejan derramar sus lágrimas ante ese otro Niño que nace sin un hogar que le acoja.


Cuando el pope se va, los maestros encargan a los niños que dibujen la escena que han escuchado. Ellos ven que en un rincón del aula hay un Belén y, prácticamente, todos hacen una réplica del Belén. Todos menos uno, Nisha, que hace un dibujo peculiar, un Belén con dos niños.


Asombrado su tutor de ese dibujo llama a Nisha y le pregunta por la Historia narrada. Nisha es muy inteligente y describe todo con fidelidad hasta el momento en el que María pone al Niño, envuelto en pañales, en el Pesebre. Ahí la Historia cambia.


Cuenta Nisha:
"Y entonces el Niño me miró y me preguntó si tenía algo que entregarle como los pastores. Yo le contesté que no tenía nada, ni padres, ni ovejas. Y, entonces pensé qué podría darle... y le dije: Que tenía el calor corporal, que se lo podía dar si me dejaba estar con él. Él me sonrió y me dijo que eso bastaba, que se lo diese y que Él siempre estaría conmigo. Entonces entré en el Pesebre y le di calor con mi cuerpo.


María y José miraban y aprobaban mi osadía".


Y se hizo un silencio. Los maestros piensan que Jesús le dijo a Nisha verdaderamente que "siempre estaría con él". Su audacia fue un ejemplo para todos. Y hoy, acabada la Navidad, podemos continuar dando el calor de nuestro cariño a ese niño que es Dios y Él siempre estará con nosotros.


frid