He dejado de leer un libro a mitad... y no porque esté mal escrito, sino porque después de buscar entre sus páginas un atisbo de piedad, de amor o de comprensión... sólo he encontrado odio, incomprensión y un amargor inmenso. Un alma enferma que maneja la pluma maravillosamente... ¿pero qué sembrará en los que le leen?
Una escena que pudo ser cierta: Se han reunido los odiadores y han apuntado con sus armas de caza a Diego, Arturo e Ismael... se los han llevado a las afueras del pueblo. ¡Los muy beatos, se van a enterar!
Y ha pasado el tiempo. Volvió la paz, si bien todos callan y saben... Unos odian en silencio, otros perdonan... pero no hubo venganza ¿para qué? Prefieren no abrir más las heridas... ¿Y si viviésemos en paz?
Ellos, los odiadores, no tienen paz... Es habitual verlos en el bar del pueblo cuchichear... ¿Verdad que lo tenían merecido? ¿Diego, no era mas que un miedoso, no hacía mas que suplicar por la vida?... ¿Merece vivir tal cobarde? Y Arturo... con todo lo que tenía, ¡cómo nos miraba!, con un mirar que daba tristeza ¿merece vivir quien lo tenía todo y nos miraba con desprecio?... pero Ismael... "no tenía remedio"... hasta nos dijo que "nos perdonaba e iba a rezar por nosotros"... Teníamos que haberle quitado el rosario, que fue, seguro, lo que le dio tanta entereza... Y seguían en sus preguntas mientras corría el vino ¿Verdad que lo merecían? ¿Verdad?...
Otros no tuvieron tanta suerte y fueron delatados... y siguió un poco más la escalada de la violencia. Pero en las casas de Diego, Arturo e Ismael se estableció como consigna "el perdón"... y eso los odiadores no lo aguantan... no aguantan que María, Matilde y Margarita, cuando les ven, les miren con pena y parezca que rezan una oración.
Algunos sabemos eso del perdón... porque aprendimos de nuestros padres a perdonar... y a callar para no ahondar heridas que no pueden restañarse. Algunos saben que personas como Ismael han sido puestos como ejemplo a los cristianos. Los Ismaeles pasarán a la Historia como modelos de perdón en situación extrema.
Sé que algunos de los que siguen odiando han mamado ese rencor de los antiguos odiadores... ¿Odian porque perdonamos? ¿porque no pudieron extinguir la herencia de los Diegos, Arturos e Ismaeles?
Un amigo me comentaba que "en su pueblo"... al que no perdonaban es al que había hecho favores... era con el que más se ensañaban.
El odiador no acepta deber nada a nadie y menos aún que le compadezcan. ¿Verdad que se lo merecía? ¿Verdad?
Eso pasó en España, pasó en Kosobo, pasa en Palestina, en el Líbano, y también en casas que parecen pacíficas, bien encaladas, en el silencio de las conciencias... ¿aprenderemos?
Porque siempre las víctimas son los inocentes; y requieren en los odiadores mucho alcohol, muchas horas preguntándose ¿Verdad que lo merecían? ¿Verdad?... y encontrando el silencio que sigue "acusica", porque el odio no cesa ya que su madre, la envidia, lo genera cada día.
frid
2 comments:
No entiendo el odio. No lo entiendo. Me quedo con el descalzo y bastón de palo. Me quedo con S. F. de Assis. Un abrazo. Merci
Mercedes: por eso, porque el odio no debe ser la solución... quedé con mal sabor y pasé a escribir sobre el perdón. Eso es algo personal, pero que dignifica a la persona. No podemos vivir siempre con resquemores y amargores. Además el odio provoca siempre la muerte de los inocentes, como en ese caso "que pudo ser real"... y "ha sido real con otros". Ahí los mártires mexicanos y españoles... entre otros. Odio a Dios y lo sufren sus hijos. Pero más aún los odiadores... que no pueden encontrar las razones a su odio.
De ahí que "algunos", y también es verdad, se doliesen y se arrepintiesen.
frid
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