Saturday, May 10, 2008

Castillos en la arena.

La playa parece un lugar seguro. Los niños se embadurnan de arena y construyen inestables castillos que la mar se encargará de borrar del mapa. Son edificios, canales, murallas de "arquitectura efímera y espontánea".


Un niño estaba hace muchos siglos haciendo hoyos en la playa intentando llenar el hoyo con el agua del mar. Un señor que estaba paseando en espera de tomar un barco que le llevase a su Cartago natal quiso dar un poco de sensatez al crío. "Lo que haces es imposible"... el agua se filtra de nuevo al mar. Y además ¿Cómo poder contener el mar en un agujero?

¿Cómo contener las obras de Dios en nuestra cabeza? ¿Cómo construir imperios duraderos? El tiempo es el mar océano que ha haciendo romas las formas de las murallas y luego las transforma en arena que voltea en el desierto. Quizá esa mota de arena que tengo en mi mano era parte de la cúspide del Palacio de Alejandro. ¿Vanidad, de qué mi vanidad?

El niño le dio una lección a Agustín, una lección de humildad. El misterio trinitario es más dificil de entender, es una labor más titánica que llenar el agujero con el mar entero. La ciencia de las cosas humanas tiene un infinito desarrollo... pero la de las divinas se encuentra con frecuencia con el muro de lo inefable, de la fe.

Decía San Josemaría que "si Dios cupiese en mi cabeza, no sería Dios, sino una criatura". Poca cosa es lo que cabe en mi cabeza... aunque sea heredero de siglos y siglos de cultura.

Pero es que además los logros humanos, su exaltación de la dignidad de la persona, de la libertad... son castillos en la arena. Vendrán otros que los echarán para abajo. Hitler definió hombres de segunda e intentó exterminar una raza. Reaccionamos con la Carta de los Derechos Humanos.

Hoy Occidente ha definido al niño sin nacer como "no humano" e intenta exterminar la conciencia de los que protestamos. Se redefinen esos derechos que "ya no son de todos los humanos".

No hay obra humana que no sea un castillo en la arena. Dura hasta la próxima marea. Y es que cada generación debe recomenzar la obra... porque lo humano sólo toma vida en seres que están de paso... y sólo mientras pasan. Aquí queda "recuerdo", "ejemplo", "escandalo"... pero tanto lo bueno como lo malo contempla como la espuma blanca del mar que va de crecida lame sus cimientos.

¿Qué hay estable entre tantos castillos de arena? El niño que baja todos los días a la playa con su pala y su rastrillo. Cada día un niño distinto construye el edificio de los hombres. Todos ellos tienen alma, tienen cuerpo... son una continuación de nuestra especie. Somos más duraderos que nuestras huellas.

Sólo hay algo que parece que siempre mejora y, quizá por eso es tan atacada, la simiente que Cristo dejó en la tierra. Progresa la visión de la dignidad del hombre y de la libertad entre los cristianos. Hay un conocimiento más purificado de los errores prácticos en las generaciones siguientes. Parece que la obra de Cristo no es "un castillo de arena", aunque la forma externa así lo parezca.

Pero ese progreso no es "de la humanidad" sino "de los hombres". Sigue su avance al margen de los números, de las modas, de la aprobación o de la persecución de aquellos que se abrazan al crucificado. Piensan que si bien su "obra humana" es como el hoyo de la arena... su fe es algo sólido que le llevará a la vida eterna.

frid

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