Tuesday, May 20, 2008

El reino aislado.


Algunos piensan que pueden vivir tranquilos, "yo a lo mío"... mientras la educación y las costumbres se deterioran... "a mí qué"... yo "vivo aislado". Eso sí... por la Televisión entran en esos mundos y dicen "es tremendo lo que pasa por ahí". Y no saben que por ahí también les han contaminado. Ya lo ven normal y no hacen nada.


Hubo un tiempo en el que Occidente era barrido periódicamente por la peste. Llegaba y no se detenía... A veces su freno era una época de lluvias que "limpiaba y saneaba las aguas y las alcantarillas"...pero una sequía pertinaz estaba unida a una peste pertinaz.

Aquel reino decidió aislarse. Envió arquitectos y operarios. Construyó la muralla dorada y colgó en lugares visibles la prohibición de salir o entrar bajo pena de muerte. En este caso era a la peste a la que temían. Los chinos temieron a los mongoles y no les frenaron. Los marxistas temieron la libertad y tampoco la pararon. Ahora tememos la peste, la corrupción de costumbres... y no lo arreglaremos con murallas aisladoras.

En un tiempo record el reino dorado terminó sus murallas. Las palomas mensajeras trasladaban, de sus espías ubicados en los reinos lejanos noticias alarmantes. La peste negra subía y subía... cada vez eran menos las palomas que llegaban y cada vez de lugares más cercanos... hasta que un día no llegó ninguna. Aislamiento, silencio y tersa espera. Alguno hizo de ese silencio predicación apocalíptica.

Ya no hay comunicación ni por paloma mensajera. Y, como es época de sequía... el hambre empieza a causar estragos. El aislamiento genera tensiones y rencillas pero el miedo es más poderoso, ahora que se ve que van llegando peregrinos harapientos a las puertas de la muralla dorada... y ahí van cayendo porque no hay nadie que les compadezca.

El aislamiento es egoísta. No importa que fenezca el vecino víctima de una ideología perversa. El silencio del que se cree "a salvo", del "puro"... ya es perverso y hace iguales a los de dentro y a los de fuera. En el otro lado la peste negra azota... en éste son las almas las que se van volviendo negras. Aparente palacio dorado que ha sido varias veces asaltado sin éxito por multitud de personas famélicas que están ansiosas de buena doctrina. ¿No podréis ofrecernos algo?

Fuera de la muralla, los monjes mueren también víctimas de la peste, están con el pueblo, con el alma pura pero el cuerpo enfermo... y aún así se van haciendo obras de saneamiento, se hierve el agua, se purifican las ciudades y comienza a vencerse la enfermedad... la peste negra amaina. Pasarán años y los juglares volverán a cantar, los monjes escribirán de nuevo magníficos tratados... la peste queda arrinconada como personaje cómico en los autos sacramentales y como recuerdo de la fugacidad de la vida.

Nadie se acuerda ya de la muralla dorada... salvo un día, quizá, cuando un noble organiza una cacería y se encuentra con un muro en ruinas y se adentra con su séquito persiguiendo un corzo vigoroso... y se queda asombrado ante una maravillosa ciudad desierta, sin vida.

Precavido y con miedo entra en el palacio principesco... se encuentra una especie de última escena: Una mesa puesta con escasas provisiones secas y por eso conservadas, cadavéricos comensales con mirada hueca... el hambre que aquí se llevó con dignidad hasta la consunción final en el paraíso de la soledad. En otros barrios se observa que fue mayor la decadencia y hay signos de canibalismo extremo.

Huyeron de la peste del cuerpo pero las almas negras, seguras de no contaminarse, se habían degradado hasta el extremo.

Llegó el abad del monasterio más cercano a ese reino, superviviente casi milagroso de la peste, con ojos de pesar vio la ruina. Y agradeció las medidas de prudencia adoptadas por sus reyes. Aislaron, ciertamente, a los enfermos... pero atendieron con heroísmo a todos ellos, procuraron aliviar las penas... hubo contagios, dolorosas muertes, pero también fueron ellos los primeros que notaron la victoria de la salud sobre la muerte.

Contaminados en el cuerpo, almas limpias, se mezclaron con la gente que sufría y hoy ese monasterio y ese reino viven con aire limpio y con orgullo. Volvió la vida.

frid

4 comments:

Una senderista. said...

Escribes muy bien, me gusta el relato, también me gustarón las fotos de la romería, es como si hubiera estado allí, saludos de una senderista

rasputinsky said...

Gracias, tu blog de monte es encantador. frid

mercedes saenz said...

Frid, me gusta mucho este escrito. Los conceptos vertidos. La historia presentada.La última cena cadavérica. Muy bueno cómo se vuelve a la vida mediante la ayuda a otros. Un saludo. Mercedes Sáenz

Unknown said...

Simplemente muy bueno.