Thursday, May 22, 2008

La bicicleta.

En verano ya los hijos se hacen mayores. Aprueban la reválida de cuarto, el final de los estudios primarios... y tienen como obsequio ¡la bicicleta! Ese es el regalo.

Ya hay tres y seguirán llegando. Los hijos no entienden mucho de "ese derroche" pues siempre se vive apurado y al día, pero la bicicleta es un milagro. Es resistente, es buena y permite alargar los paseos, excursiones y lugares de pesca. El pueblo se ensancha y llegan los pueblos vecinos. La playa de Castro ya no es la única playa... tras las otras cuestas vienen los mundos para reconocer y explorar. ¡Cuanto da de sí la bicicleta!

La madre las ha comprado "pesadas"... dice "resistentes"... no son de carreras para que "no vuelen tan lejos"... porque algo de miedo tiene de que les pase algo. Explorando y bajando cuestas algún arañazo han mostrado como herida de guerra.

Como la chiquillería se subleva... se compra una "bici" más pequeña con ruedas suplementarias para los peques. Duran poco las ruedas supletorias... aprenden enseguida a guardar el equilibrio... se lleva en las venas.

Tuvo que pasar mucho tiempo para que la madre contara la historia de su bicicleta... y comprobamos atónitos que salimos a ella... "un calco en aficiones y en osadía".

En su tiempo también su madre, la abuela, le compró una "bici" con la que iba por Castro y los alrededores con hermanas y amigas. La velocidad también le iba... Se casó, tuvo al mayor y notó un día cómo su madre fruncía el ceño pensativa.

Veraneo en Castro con el "primer enano"... Mamá, ¿donde está la bicicleta?

Mira, hija, vino un vecino que se empeñó en comprarla. Nos ofrecía ¡cincuenta pesetas! y, claro, te veo tan apurada, que pensé que te vendría bien ese dinero y no pude negarme. Ahí tienes setenta. Y además, vas camino de tener una buena cuadrilla de críos...

Silencio... miradas de cariño, pero a la vez de sorpresa. La abuela nunca se inmiscuye en la vida de la hija. Ella piensa y completa... "... y mi madre tiene miedo de que me pase algo y tenga que cuidarlos ella". Vale, mamá. No se hable más.

Ahora, seguro... que viendo a los críos con esos ojos de ilusión, llegar al pueblo en verano y engrasar la bicicleta como si fuese un caballo de carreras... sonríe y recuerda a la abuela.

frid

1 comment:

mercedes saenz said...

Muy buen relato Frid en dónde se juega la osadía, el placer el deber y la buena memoria para después. Un relato que ha de repetirse en las familias varias veces, muy bueno. Cariños. Mercedes Sáenz