Wednesday, March 12, 2008

En otra galaxia (2) La ciudad del relativismo.


En otra galaxia (2) La ciudad del relativismo.

Hoy he soñado que era transportado a una de las estancias más lúgubres del infierno: la ciudad del relativismo.

Cuentan antiguas leyendas que en la Europa de la Ilustración, un amigo de Voltaire, burgués lleno de dineros y banquero, se empeñó en construir una ciudad en el norte de los países germánicos dedicada al Relativismo.

En esa nueva ciudad, en mármol blanco, la puerta de entrada tendría un título en letras rojas: "Aquí no hay verdad". El que entrase en esa ciudad debería hacer una declaración por escrito afirmando que "fulano de tal, natural de tal lugar, hijo de tal y cual, suscribía que aceptaba el lema de esa ciudad y lo defendería con toda su sangre".

Inmediatamente entraba en un laberinto, "el laberinto de la paradoja" del que sólo se podría salir si realmente el nuevo habitante no creía en ninguna verdad. La primera pregunta sobre ¿eres hijo de tal y cual? tenía fácil respuesta... "no lo se", pero te llamas fulano, "así me nombraron", eres un ser humano "eso parece pero no estoy seguro", crees firmemente que no hay verdad "verdad absoluta, por supuesto que no", quieres ingresar en esa ciudad "sí". Es evidente que había truco... porque el nuevo inquilino de la ciudad del relativismo había afirmado varias verdades, aunque "paniaguadas". Era un sujeto personal, hijo de padre y madre, con un nombre conocido, posiblemente humano y que creía una verdad por encima de todo: No hay verdad.

Pero es que en la ciudad del relativismo... hay muchas paradojas.

El lema de la ciudad se hizo vida en estos nuevos personajes que, ya sin ningún control comenzaron a vivir como tales.
Como nada es verdad, esa casa molesta la vista desde la mía... "no existe" ... pero "existe"... "la derribo"... ya está identificado mi pensamiento a lo que ve. No hay casa.
Ese ser que dice que se llama Gustavo protesta porque "le he derribado su casa y eso no está bien". Un momento, no hay casa... y además el mal no existe, sería una verdad absoluta que hubiese algo bueno o malo. Se pone pesado. "Una ligera ayuda con mi pistola"... y deja de existir. Ya no pienso en él.
¿Qué panorama hay detrás de mi ventana? Ese individuo que dice llamarse Laura es un bombón... me lo quedo. ¿Dice que tiene marido? Pero eso es relativo, ¿que es malo matar? No me vengas con esas, a mi casa y ni aparezcas al entierro. "No ves que ha dejado de existir".

Ya se ve que nuestro nuevo habitante de la ciudad del Relativismo era un aprendiz de primera fila... y al no ser el único se desató una guerra a muerte entre los "relativistas de la nueva ciudad", se destrozaron casas y haciendas, se regó el mármol blanco de sangre... y la ciudad quedó vacía de ciudadanos libres.

Como siempre, triunfó nuestro conocido Lunáticus que encontró la solución al caos. Una ley que definiera las nuevas normas de la ciudad, el nuevo consenso. Todos deberían votar esa ley y aceptar las conclusiones como VERDADES ABSOLUTAS. Podrían no creer en ello pero no podrían manifestarlo. El relativismo debería ser una opción de "fuero interno".

Se creó un partido que velaría por el orden de la ciudad. Se crearon centros de reeducación para que los ciudadanos asimilasen las leyes de la ciudad como verdades prácticas con las que regir su vida. Se crearon comisarios políticos para comprobar que la gente decía y vivía según esos criterios de la ley consensuada por todos.

Y se llegó al "pensamiento único" y a un sistema policial y tiránico... eso sí, con la gran satisfacción de todos "los vivos" de pensar que "eran libres" mientras "pensaran al dictado del Estado".

frid

2 comments:

Anonymous said...

Dice mi amiga Leona:

Es alucinante como aceptan mentira tras mentira. Es el todo vale para conseguir su modo de vida vacío, falto de valores. Aberrante: a gozar, a gozar sin pensar, que si viene un niño, se elimina. El abuelo ya dura demasiado, qué pesadez... Fuera, que estas vacaciones nos vamos a Marina D'Or...

Ya les llegará la factura, ya...

Respondo:

Te traslado este comentario que ahonda en tu reflexión.

¿Cómo se llama el parque de atracciones de Pinocho, su amigo de juergas y el zorro dueño del cotarro?

Es cierto que viven "en otra galaxia". Dante diría que en el Infierno.

Veamos: voluntariamente se apuntan a un sistema que les promete libertad y lo primero que les dice es "cómo deben pensar". Les promete sólo "libertad de bragueta"... pero mientras están sanos.

Peligro mortal: una enfermedad molesta y acabar en manos de un "doctor sedador"... querer nacer y anunciar demasiado pronto una patología no deseada o un sexo inadecuado o una incompatibilidad con el niño del que se quiera ser bebé medicamento.

Manipulación cultural: un ejemplo "me gusta Chiquilicuatre"; asisto "por cupo" a las películas y bodrios hispanos por ser hispanos; elijo el 50% por cupo, no por valía.

Manipulación de la conciencia: "puedes citar a Dios sólo si piensas que no existe pero te sirve para tranquilizar la conciencia". Si hablas de pecado estás "crispando". Si hablas de virtud estás hablando de "pensamiento elitista y excluyente".

Exaltación de la mediocridad: si exiges a los alumnos para pasar un curso les traumatizas. ¡No al suspenso! Los padres no pueden dar cachetes ni reñir. Exigir traumatiza.

Fomento de la debilidad y de la dependencia de los instintos: niños os enseñamos qué podéis hacer, cómo y con quien... esas marranadas. Goza del placer, ¿por qué no del porro, de la droga, del sadismo, del alcohol... no son pasiones legítimas si no hay conciencia?

Ley del relativismo, ley absoluta: "haz lo que te peta". Si me apetece ¿por qué no?

Todo es legal mientras me permitas mandar a mí y enriquecerme... diría el dueño del Parque de atracciones a Pinocho y su pandilla. Embrutecidos... en "burros se convirtieron"... y sacó beneficios en su venta.

Ese es Lunáticus... exclavista de almas y de conciencias. Ojos turbios.

RosaMaría said...

Todo es relativo! y si cuestionaramos tambi�n esto?
Pues no hay verdades ni mentiras absolutas, por ende, como resolvemos si est� bien o est� mal? Dilemas eternos en un mundo cada vez m�s desequilibrado.