Saturday, March 01, 2008

Cuando me salí del mapa (2)




Este cuento está dedicado a Leona Catalana que también está fuera del mapa y necesitará también que le aporte algún garbanzo como Pulgarcito, que espero no se lo zampen las aves del cielo, para que siga el camino correcto... no vaya a ser que se desvíe por otros malévolos senderos que también están fuera del mapa.


Desde el otro lado del mapa:


Mi camino por el otro lado de mapa suena distinto al tuyo, amiga Leona, porque podrás ahí encontrar de todo. A veces al salirte del mapa no hay una ruptura brusca con la realidad... parecen los mismos árboles o de su misma especie... no hay ruptura con el paisaje. El horizonte no tiene quiebras... pero comienzas a notar que el cielo no es azul sino amarillo, las hojas de los árboles son rojas, los troncos de un profundo color violeta, el cespez azul, el agua rosa... y te miras y tienes la piel negro azabache.


Eso es lo bueno de las razas de los hombres. Cambia el mundo de color... pero sólo cambias de color siguiendo como ser humano.


Te miras y piensas que ese negro tiene blanco el corazón, te sientes puro, volador... soñador y entiendes que, por una vez... has entrado en un mundo de armonía. Ahí no hay pecado. Y eso es bueno para esos instantes... son reposo, quietud, paz... aunque no pasa eso siempre que te sales del mapa.


Cuando los malos del mundo robaron en la CASA DE LOS PLANOS una buena colección de mapas... no se dieron cuenta que se llevaban también mapas del mundo de ARMONÍA y por eso nos los dejaron sin señalar y podemos entrar si sabemos soñar.


Ahí, mi amiga Leona, diría Daniel que jugueteas con el cerbatillo y no sientes el apetito de animal de presa, más bien vegetariana deboras con fruicción los talles azules del azul cespez... de un cespez de cielo y estrellas.


Ahí las madres miran en su interior y ven sin rayos exis ni ecografías y se admiran de la vida que se va formando en su seno. Juegan y son felices... y los maridos celosos pero felices... también penetran con su mirada el tesoro del interior y ven al hijo o a la hija llenándose de deseos de abrazarlos junto a sus pechos peludos y fuertes.


Ahí no hay tristeza ante la vida. Todos los días el paisaje cambia. No hay monotonía. Ni es invierno ni primavera... sino que cada jornada tiene su propia luz, su propio calor o frío. Qué felices con la nieve, con la lluvia, con los truenos... con el crecer de los ríos, con la espuma de la marea.


Todos ahí ansían vivir y sólo se resignan a la partida porque saben que las escaleras de oro y cristal que les llevan a la Patria Definitiva están acolchadas con las voces de sus abuelos, de sus padres, de sus amigos que ya están impacientes en la espera... como ellos estuvieron immpacientes esperando el nacimiento de sus hijos.


Se saben en el útero del cielo... y cuando salgan por la escalera de la vida a la verdadera patria... tendrán el abrazo amoroso de su Padre Dios.


Y estos mundos son los que no conocen los malvados ladrones de planos.


frid

1 comment:

Luz Mila said...

Excelente texto donde se cuestiona la verdad como no absoluta sino relativa, dependiendo del punto de vista, del enfoque, del sujeto y de las circunstancias.

Luz Mila