Dejamos el vehículo en la tapia de una granja. El campesino, una persona simpática, nos alabó sus perros, magníficos pastores, uno de ellos un joven mastín del pirineo, con su cara de bueno, debió de decidir que hoy era también su día de campo... porque no dejó de seguirnos desde que nos pusimos en camino.
No hubo manera de dejarle al margen de nuestra expedición porque nuestros esfuerzos fueron interpretados como juegos por el perro retozón y aún más se afianzó en nuestra compañía.
Él se lo buscó, porque decidimos seguir con o sin él nuestro recorrido hasta la cima. Sólo nos preocupaba que tuviera agua para beber... y después de tantos días de lluvia, las fuentes manaban con generosidad. Así pues, nos desentendimos de su suerte, que no de su compañía, de sus juegos y de sus intentos de "aminorar" nuestro ritmo porque una cosa era subir hasta los prados... y otra, que él no se esperaba, era coronar la cima.
Voluntario el perro eligió la compañía. Y con la compañía el destino... y de su fidelidad a la cordada pudo contemplar su aldea pequeñita, abajo, a nuestros pies... y el ganado diminuto, como botones hasta perderse confundido en la distancia.
A nosotros nos vino también bien esa elección canina. Una compañía fiel que no pedía nada y que nos permitía bromear sobre la "suerte perruna". Realmente el can tiene en sus genes su fidelidad al hombre, su ser doméstico.
Un perro como ese sirvió en mi casa como cabalgadura cuando éramos críos, hasta que, vendida la finca, dejó de tener sentido que compartiera piso en la ciudad. Esos perros necesitan campo y aire libre... también está en sus genes ser animal de pastoreo.
Admitir la realidad canina da mucha tranquilidad. Sólo el hombre no admite su realidad genética. Nuestro ser es una mezcla entre necesidad y voluntariedad, un equilibrio. Somos "animales de compañía", necesitamos amigos, formamos familias... pero también somos "personas de interior", necesitamos soledades, momentos para pensar, formar nuestra visión personal de la vida.
Nos está pasando como a la mezcla incontrolada de razas perrunas... se están generando "seres humanos desequilibrados", que intentan romper esa parte familiar para transformarse en animales solitarios... asilvestrados, de esos que pican y abandonan, sin compromisos permanentes.
Pero, paradójicamente, nos convertimos en un "rebaño" de idénticas individualidades, incomunicables soledades. No podemos abandonar "nuestra naturaleza genética", no podemos vivir sin compañía.
Una muestra: ese afán por el que "los relativistas" se empeñan en educarnos en la "igualdad" de sus criterios para justificar sus filias y, sobre todo, sus fobias.
Al volver a la granja nos dimos cuenta de que ese joven mastín era "más veterano de lo pensado"... ya había adquirido la costumbre en sus ratos de ocio de "pegarse de rondón al excursionista".
No hubo manera de dejarle al margen de nuestra expedición porque nuestros esfuerzos fueron interpretados como juegos por el perro retozón y aún más se afianzó en nuestra compañía.
Él se lo buscó, porque decidimos seguir con o sin él nuestro recorrido hasta la cima. Sólo nos preocupaba que tuviera agua para beber... y después de tantos días de lluvia, las fuentes manaban con generosidad. Así pues, nos desentendimos de su suerte, que no de su compañía, de sus juegos y de sus intentos de "aminorar" nuestro ritmo porque una cosa era subir hasta los prados... y otra, que él no se esperaba, era coronar la cima.
Voluntario el perro eligió la compañía. Y con la compañía el destino... y de su fidelidad a la cordada pudo contemplar su aldea pequeñita, abajo, a nuestros pies... y el ganado diminuto, como botones hasta perderse confundido en la distancia.
A nosotros nos vino también bien esa elección canina. Una compañía fiel que no pedía nada y que nos permitía bromear sobre la "suerte perruna". Realmente el can tiene en sus genes su fidelidad al hombre, su ser doméstico.
Un perro como ese sirvió en mi casa como cabalgadura cuando éramos críos, hasta que, vendida la finca, dejó de tener sentido que compartiera piso en la ciudad. Esos perros necesitan campo y aire libre... también está en sus genes ser animal de pastoreo.
Admitir la realidad canina da mucha tranquilidad. Sólo el hombre no admite su realidad genética. Nuestro ser es una mezcla entre necesidad y voluntariedad, un equilibrio. Somos "animales de compañía", necesitamos amigos, formamos familias... pero también somos "personas de interior", necesitamos soledades, momentos para pensar, formar nuestra visión personal de la vida.
Nos está pasando como a la mezcla incontrolada de razas perrunas... se están generando "seres humanos desequilibrados", que intentan romper esa parte familiar para transformarse en animales solitarios... asilvestrados, de esos que pican y abandonan, sin compromisos permanentes.
Pero, paradójicamente, nos convertimos en un "rebaño" de idénticas individualidades, incomunicables soledades. No podemos abandonar "nuestra naturaleza genética", no podemos vivir sin compañía.
Una muestra: ese afán por el que "los relativistas" se empeñan en educarnos en la "igualdad" de sus criterios para justificar sus filias y, sobre todo, sus fobias.
Al volver a la granja nos dimos cuenta de que ese joven mastín era "más veterano de lo pensado"... ya había adquirido la costumbre en sus ratos de ocio de "pegarse de rondón al excursionista".
Al llegar, la perra madre le salió al encuentro. Fue el primer y único ladrido en ese día, quizá le recriminase su aventura. Los demás perros, más pequeños, sólo se decidieron a olerlo por ver si se les pegaba el aroma de las altas cumbres que ellos, desde la granja, sólo admiraban con la vista.
frid
frid
6 comments:
Que buenas cosas salen de tus fines de semana Frid, ciertas, casi ciertas o verdaderas. Dejas muy buenas enseñanzas. Sin duda la naturaleza y tu espíritu contribyen a ello. Es una bella historia. Un abrazo. Merci
Si, cada vez hay más seres solitarios quizá cada vez sintamos más el desencanto, cada vez hay menos en quien confiar y el perro cuando forma parte de la familia es en uno de los pocos seres en los que SI puedes confiar plenamente, sabes que siempre estará a tu lado
Gracias por regalarnos estas bellos historias, es un verdadero lujo
La realidad está en mi blog de monte, ahí se verá el mastín, dos amigos y ... "yo no salgo en la foto" porque el contraluz no salió bien... es una lástima. Pero coroné con ellos el monte Oturia.
http://federicojlrderivera.blogspot.com/
He visto el reportaje fotográfico, y la verdad es que he disfrutado de la excursión, aunque algo menos cansado que vuestro compañero mastín, que acabó un poco derrengado.
Precioso día, lástima no tener las furzas que tenía cuando recorrí los paisajes del pirineo aragonés, y subí entonces al Monte perdido, y a la cueva de Castoret, ¡qué años!, hoy los revivo en tus excursiones. Bravo. Sigue contandonos tus experiencias.
Un saludo.
Rafa
Gacias a ti, Rafael, de verdad.
Después de esta semana dime la dirección que quieras y te hago llegar mi libro cómo un obsequio. Tu tienes mi mail. (embajada, aeropuerto, lo que quieras por si no quier dejar tu domcilio) Un abrazo. Mercedes
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