Friday, November 14, 2008

Otra sensibilidad (I). El amigo

El país puedes ponerlo donde quieras, pero reina la paz...

Es un lugar en el que todo invierno tiene la esperanza de la primavera, donde los caminos llevan a montes donde pueden verse y recorrerse sendas que discurren zizagueando por los arroyos de montaña.

Ahí hay tanto que mirar, tanto que contemplar. que para hacer que alguien sacrifique su tiempo y se dedique a la política es preciso vencer miles de barreras. ¡Se está tan bien viviendo!

Eran dos amigos, pensaron en sus charlas de café que podían hacer algo, sacrificar su tiempo y parte de esa distracción campestre tan necesaria, para servir a sus compatriotas; y entraron en un Partido Político, con voluntad de servir, sin necesitar la política para vivir... y se propusieron ser asesores, asesores sin sueldo... redactaron informes, les tomaron confianza y subieron.

Uno era el jefe, el otro en las cuestiones del Partido estaba en su equipo. Todo iba bien... pero ¿existe en la tierra el paraíso?

Los políticos pedían con frecuencia los informes al segundo y, poco a poco, sin darse cuenta, empezó a despachar directamente con los de arriba. Su amigo no se dio cuenta... hasta que un día, en la remodelación del Partido, el que mandaba pasó a ser el subordinado.

Extrañado pensó que su amigo no se había dado cuenta de que le había puenteado...

Cierto. Su amigo no se dio cuenta porque algunos de los informes salieron de su mano. Debió pensar que premiaban su valía.

Uno decidió volver al monte, continuar contemplando el mundo maravilloso en el que vivía. Trabajo y descanso... y cada día más feliz.

El otro... siguió subiendo, con las tensiones propias del que sabe que no debe permitir a los suyos puentearle. Tiene experiencia.

Siguen amigos pero hay un punto en el camino en el que ambas sendas ya no van paralelas.

frid

1 comment:

mercedes saenz said...

Absolutamente metafórico y a la vez una realidad que en general suele pasarnos muy cerca. Servir a la comunidad o crecer dentro de uno mismo con lo que la naturaleza ofrece cuándo sabemos tomarla sin hacerle daño. Así también debería hacer quien ayuda a su comunidad, entregar sin dañar. Las líneas ya no van paralelas, pero pueden encontrarse en un punto en comùn que se llama pròjimo. Me encantò este escrito Frid! Un abrazo. Mercedes