Sunday, July 16, 2006

La inauguración.

Cuento:

Llega la hora, los nervios a flor de piel; el Alcalde llama agitado por su móvil, el jefe de gabinete también llama, la secretaria lo mismo, y el bedel –contagiado- llama también a la Puri, su mujer.

Los teléfonos móviles suenan, los concejales se levantan y llaman, los jefes de servicio municipales también llaman, las secretarias lo mismo, y los bedeles hablan con su Carla, Mary, Consuelo, y una bedel con su Antonio.

Se ponen en marcha, entran en el garaje teléfono en mano, los vehículos rugen, se empujan por salir los primeros. Los conductores se bloquean, pero el primero que sale es el del Alcalde, con el Alcalde, por supuesto, que otros no hacen lo mismo con los concejales y técnicos de turno. Y eso es así porque el chofer es tío segundo de nuestro gran Alonso, el asturiano.

Los semáforos hacen sus jugadas, alguno queda rezagado. Llamadas de móviles a la policía municipal, los semáforos se bloquean, los guripas se llaman por el móvil para coordinarse. Las calles se llenan de coches, el tráfico se paraliza en todas las vías.

La gente espera paciente, luego llaman a casa, la Puri o el Antonio se enteran de que el atasco hoy es especial.

La comitiva se acerca. Últimos avisos, los móviles vuelven a sonar. Sale el Alcalde móvil en mano, salen los concejales, salen los jefes de los servicios municipales, todos se dispersan por la explanada, todos con su móvil diferente, suenan melodías para todos los gustos.

La multitud se asombra, la multitud aplaude: ¡qué entusiasmo, qué baile de móviles se luce, qué creatividad la del Alcalde! La oposición pierde baza en el asombro inicial.

La comitiva se mira y se dan cuenta de que se están hablando entre sí por los móviles cuando se pueden ver el careto. Se apagan casi todos los móviles y empieza la procesión hacia la cinta y el gran botón verde.

El Alcalde pulsa el botón: queda inaugurado el sistema de Control Automático de Ordenación Semafórica, el CAOS. El programa se inicia con los datos de partida de la ciudad colapsada. El sistema se colapsa. El humo empieza a salir.

La comitiva, antes de que pasen mayores, se marcha. Los móviles vuelven a sonar. El tráfico está imposible. Esta vez se vuelven andando.

Desde el cielo, la ciudad queda llena de coches, sin huecos en la calzada. La gente se marcha andando a su casa. Y, es que no hay Metro.

Desde ese día la vida es mas sana. Todos van andando a todas partes, el móvil es desterrado y el musgo y la hierba empiezan a crecer en los capós de los vehículos dando una patina de antigüedad a la vía urbana.

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